A pesar de que muchas familias se encuentran de vacaciones, otras aún continúan en actividad laboral y necesitan de los jardines maternales.
Muchos espacios se encuentran cerrados y en proceso de reacondicionamiento para recibir a los niños. Todo esto representa una importante inversión económica para un rubro que sufre el impacto inflacionario por el aumento de alquileres, el pago de salarios y los servicios. Sólo con el cobro de las cuotas, algunos jardines apenas pueden solventar los costos mensuales de esta actividad y viven un panorama poco alentador para este 2023.
En comunicación con PRIMERA EDICIÓN la encargada del jardín maternal Campanita, Judith Salom, contó que “los jardines maternales hace años venimos sufriendo el flagelo de la economía porque son instituciones muy pequeñas, con poca capacidad para muchos niños”.
Analizó que, para su funcionamiento adecuado, “al trabajar con chicos tan pequeñitos, necesitamos contratar mucho personal, que a su vez están registrados como empleados de comercio. Es así que los costos son muy altos”.
Teniendo en cuenta la actualización de las paritarias salariales de los trabajos, el aumento de los servicios y alquileres, Salom explicó “no podemos subir las cuotas al ritmo de la inflación”.
Adelantó que esta situación probablemente este año no cambie: “Algunos jardines con suerte pasan con plata en mano, pero otros se endeudan”. Para todos estos espacios para el cuidado de la primera infancia, señaló que “es una situación difícil y además lidiamos con lugares clandestinos para el cuidado de niños, talleres no registrados y que están sin control”.
Para evitar este tipo de problemáticas relacionadas con la clandestinidad, “todos los años debemos habilitar de nuevo cada jardín”, añadió. En este tipo de trámite, detalló que “son 28 mil pesos solamente el plan de contingencia y evacuación, 21 mil pesos en fumigación, limpieza de tanque, después debemos sumar matafuegos, los cursos para el personal sobre primeros de auxilios, manipulación de alimentos”.
Asimismo, recordó que “debemos pagar alquiler, carga social y tenemos una lista extensa de gastos, sumando otras eventualidades”.
Sobre trasladar los elevados costos para mantener el servicio a las cuotas de las familias, aseguró que tampoco es algo posible: “En una salita de bebés, con unos 10, con un promedio de entre 20 a 23 mil pesos de cuotas, se necesitan varias cuidadoras”, planteó en base a una importante inversión en salarios, junto con el mantenimiento de cada espacio.
Con vista a una reapertura, porque varios jardines están cerrados hasta febrero, “hay que reparar, pintar, desinfectar y un montón de cosas que hacer para dejar todo en óptimas condiciones”, compartió Judith Salom, del Jardín Campanita. Por otra parte, “otros jardines trabajan en enero, y van turnando al personal para vacaciones, que se sobrecargan al estar con la mitad”, agregó.
Sobre el proyecto de ley para que los Jardines Maternales en Misiones tengan algún tipo de ayuda, que se presentó en octubre del 2020, explicó que hasta el momento “no tuvimos novedades”. En este sentido, remarcó que “son varias exigencias, sin ningún tipo de ayuda de ningún lado”.
Como actividad en lo social, aclaró que “estamos dentro del sistema educativo, como educación no obligatoria, entonces el Estado no se hace cargo”.
En este sentido, reiteró que, para tantas familias donde ambos padres trabajan, “es un servicio esencial”. Dentro de la Asociación de Jardines Maternales, contabilizan unos 16 espacios registrados para cuidado de niños, entre otros que desconocen el estado en que se encuentran.