El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, inicia su primera gira internacional con una visita a Argentina y Uruguay con el objetivo de devolver el protagonismo regional a Brasil tras la gestión del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Mientras estabiliza las mareas en lo interno, a dos semanas de que seguidores radicales del bolsonarismo asaltaran las sedes del poder público en Brasilia, el líder de izquierda cumple su primer compromiso fuera de casa en este su tercer mandato como presidente.
Lula, de 77 años, comenzará en Argentina, como es tradición para mandatarios brasileños, donde participará en la séptima cumbre de la CELAC y se reunirá el lunes en la Casa Rosada con su homólogo Alberto Fernández.
Para el jefe de Estado brasileño esta visita será el primer paso de una “nueva estrategia” internacional.
“Queremos reconstruir nuestra imagen en el exterior. Por eso, voy a la Argentina, el 10 de febrero viajo a Estados Unidos y en marzo iré a China”, declaró el viernes, trazando la secuencia que revela sus prioridades.
“Hay un propósito muy claro de los equipos de ambos países de avanzar en temas como integración energética e integración gasífera”, dijo el viernes el embajador Michel Arslanian, secretario para las Américas de Itamaraty, como se le conoce a la cancillería brasileña.
Brasil llega a Buenos Aires para “relanzar la relación al más alto nivel después de tres años de distanciamiento”, agregó Arslanian.
“Marca un contraste con el período que precede”, dijo refiriéndose a la administración de Bolsonaro, quien fue derrotado por Lula en las urnas por 1,8% de diferencia cuando buscaba la reelección en octubre.
La persona que mejor definió las expectativas por enterrar el “aislamiento” que caracterizó la gestión de Bolsonaro fue el flamante ministro de Hacienda, Fernando Haddad: “Sino pensamos en formas deintegración regional, tendremos muchas dificultades para despegar”.
Haddad afirmó que la interconexión energética “atraerá empresas al continente, lo que puede viabilizar una reindustrialización verde y eficiente”.
Fernández, que fue objeto de constantes críticas del ex presidente ultraderechista, mantiene una cordial relación con Lula, a quien incluso visitó en 2019 en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba donde Lula se encontraba preso acusado de corrupción.
Ambos presidentes se vieron en Brasilia el 2 de enero, un día después de la ceremonia inaugural de Lula.
“Diálogo” Lula tiene prevista una reunión bilateral con el líder cubano Miguel Díaz Canel el martes en Buenos Aires, de acuerdo con fuentes del Planalto. Itamaraty, sin embargo, no confirmó la reunión.
Lula debe verse además con el presidente del Concejo Europeo, Charles Michel, en Buenos Aires. También estaría en agenda un encuentro con el mandatario venezolano Nicolás Maduro, quien no acudió a la ceremonia inaugural de Lula en Brasilia, y envió en su lugar a su delfín y presidente del Congreso Nacional, Jorge Rodríguez.
La reunión entre Lula y Maduro genera expectativa, luego de que Brasilia enviara una comisión diplomática a Caracas esta semana para “normalizar las relaciones entre ambos países”. La distancia con Venezuela privó en la gestión Bolsonaro.
El ultraderechista desconoció la autoridad de Maduro a quien calificaba de dictador. En su lugar reconoció al opositor Juan Guaidó como presidente interino y cerró las instalaciones consulares de Brasil en el país caribeño en 2020.
Brasil busca volver a la región “con espíritu de diálogo, de concertación”, comentó Arslanian, refiriéndose a los desafíos de alinear políticas regionales en materias como medio ambiente.
Aunque fuentes del Planalto confirman que el encuentro ocurrirá el martes, Itamaraty informó que la reunión, pedida por Maduro, puede verse afectada por la agenda de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que transcurre ese mismo día.
“Simbolismo claro” La séptima cumbre de la Celac, que reúne a 33 países de Latinoamérica y el Caribe, servirá como telón de fondo para recibir de vuelta al líder de la izquierda latinoamericana en la escena regional, tras su espectacular regreso al poder.
El bloque fue creado en 2010, a instancias de Lula cuando culminaba su segundo mandato, y la región presenciaba una ola de gobiernos de izquierda.
En 2020 Bolsonaro, duro crítico de la izquierda, suspendió la participación de Brasil alegando que el organismo “daba protagonismo a regímenes no democráticos como los de Venezuela, Cuba, Nicaragua”.
En consecuencia, Brasil no participó en la sexta cumbre en 2021 en México. La CELAC “estuvo sub aprovechada”, comentó Arslanian este viernes. “Ahora hay un espíritu de urgencia de retomar esa relación”.
La prioridad de Lula será “retomar los lazos con América Latina, región esencial para Brasil pero que fue relegada a segundo plano” por Bolsonaro, opina el profesor de política externa brasileña en la Pontificia Universidad de Río de Janeiro, João Daniel Almeida.
Lula quiere “mostrar que Brasil está de regreso” y “enfatizar la cooperación económica” en la región. “Hay un simbolismo claro de la prioridad que tiene para nosotros la integración latinoamericana y sudamericana”, dijo Celso Amorim, asesor especial del presidente y excanciller de Lula en sus dos primeros gobiernos (2003-2010).
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) culminará su gira el miércoles en Montevideo, en donde se encontrará con su par uruguayo Luis Lacalle Pou. Se espera además que visite al amigo y expresidente José Mujica.
Acuerdos
Uno de los acuerdos estratégicos que se espera firmen los dos presidentes este lunes es el que confirme la construcción del gasoducto que llevará gas desde el yacimiento patagónico de Vaca Muerta hasta las puertas de Río Grande do Sul. El primer tramo entre Neuquén y Santa Fe-construido por multinacionales argentinas-debe comenzar a operar en julio próximo y, de allí, seguirá la segunda parte hacia la frontera con Brasil -con incorporación de acerías brasileñas-. Este trayecto del ducto será
financiado por cuenta del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que preside el exministro Aloysio Mercadante. En una entrevista concedida en diciembre último a la periodista Janaina Figueiredo, del diario O Globo, el presidente Fernández expuso su entusiasmo por el proyecto:“Conelgas
de Vaca Muerta podremos equilibrar la balanza comercial con Brasil”, hoy desfavorable al socio argentino. “Queremos que Brasil continúe como nuestro principal socio comercial”. Lula y Fernández coinciden en el diagnóstico de los tiempos que se vienen, tanto para el mundo como para
la región. “Hay un proceso de relocalización de industrias y, en ese escenario, las regiones vuelven a tener un papel clave”. Este principio lo harán valer en la renegociación del acuerdo con la Unión
Europea, como han señalado ambos jefes de Estado y sus ministros. Según las declaraciones de la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, en Davos, un personaje fuerte dentro de la cúpula del gobierno lulista, Brasil pretende revisar el acuerdo; aun cuando subrayó que “hay un camino
en marcha”. El segundo asunto crítico que deben tratar los mandatarios es el comercio bilateral en monedas locales, lo que no significa la creación de una moneda única.