Muchas veces en ediciones anteriores dedicamos esta columna a describir los múltiples problemas que acarrea la parálisis legislativa, un mal que se acentúa en años electorales como el que estamos transitando.
Una de las consecuencias más visibles de la inactividad de los legisladores nacionales es la crisis habitacional que crece sin pausa. Desde hace meses el Congreso evita discutir y sancionar una nueva ley de alquileres que reemplace a la agresiva norma vigente durante los últimos años.
Cuando, guiado por intereses contrapuestos, Diputados decide omitir el tratamiento de un problema tan grande, comienza a generar nuevos capítulos de crisis. Tal el caso de Misiones, una provincia que durante estos años se ocupó de ensanchar su oferta académica para los universitarios.
Al día de hoy son miles los estudiantes que se movilizan hacia los centros urbanos con carreras disponibles para emprender su formación superior.
Sin embargo, descubren que la oferta habitacional se redujo notablemente y que lo que existe en el mercado puede estar lejos de su poder adquisitivo. Así las cosas, el drama que la ley de alquileres acarrea desde su sanción el 30 de junio de 2020, se deja ver ahora en la educación universitaria.