En enero llovió casi un 70% menos en Corrientes, según afirmaron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuria (INTA). La falta de precipitaciones provocó que en enero y lo que va de febrero se quemaran más de 30.000 hectáreas, incluyendo parte de los Esteros del Iberá.
De este modo, la superficie con agua en la provincia cayó del 40% al 8,6% en los últimos tres años. Además, entre diciembre de 2021 y marzo de 2022, los incendios consumieron más del 12% de su superficie. Las llamas arrasaron forestaciones, bosques nativos, campos y zonas de bañados y esteros, provocando la muerte de miles de animales y la pérdida de su hábitat.
“El año pasado, en enero, tuvimos 3.400 focos de calor y, hacia fin de ese mes, 334.000 hectáreas estaban quemadas. Para el 7 de febrero, en 15 días, ya estábamos con 520.000 hectáreas quemadas. Fue una progresión impresionante”, indicó el ingeniero agrónomo Ditmar Kurtz del INTA El Sombrero de Corrientes.
“El año pasado se quemaron pastizales, bosques nativos, bosques cultivados, todo; pero este año el 95% del área quemada es de humedales”, contó el ingeniero. Según calculan desde el INTA, el fuego consumió unas 700 hectáreas de forestación y 5.000 de pastizales, un área mucho menor a la de 2022. Al respecto, Kurtz aclaró que “se están quemando los humedales porque están secos, ya que hace tres años que llueve muchísimo menos de lo normal”.
Incendios por falta de lluvias
Los incendios afectaron mayormente a los humedales, entre ellos a los Esteros del Iberá. Al paso de “La Niña”, el evento climático caracterizado por una drástica disminución de las precipitaciones, la superficie cubierta con agua en la provincia de Corrientes cayó de un promedio de 40% al 8,6% en un lapso de tres años. Esos espacios húmedos perdidos fueron ocupados por pastizales que constituyen un material rápidamente combustible en épocas estivales de altas temperaturas y gran insolación.
En esas tierras no hay personas asentadas ni actividades productivas y son de muy difícil acceso para la extinción de los incendios, ya que ni siquiera existen caminos.
“En los últimos tres años perdimos un año de precipitaciones, en el noroeste de la provincia, donde estamos nosotros, a 30 kilómetros al sur de la ciudad de Corrientes, viene lloviendo el 35% menos”, indicó Kurtz.
Ahí, el régimen normal de lluvias para enero es de 150 milímetros, pero ahora cayeron solo 50. En el mismo mes de 2022 apenas llegaron a recibir 5 milímetros y el área total cubierta con agua se ubicó en el 10% para esa fecha. En el centro sur correntino, en tanto, el año pasado llovió la mitad de lo habitual.
“Ahora estamos con el 8,6% de agua en toda la provincia. Estamos resecos; la retracción de los cuerpos de agua es grave”, remarcó. Cabe señalar que, en años lluviosos, esa superficie llega hasta un 58% del territorio provincial.
Debido al déficit hídrico, entre los productores agropecuarios correntinos crece la preocupación sobre lo que les depararán los próximos meses en los que no tendrán pasto ni reservas como para mantener el estado corporal de la hacienda y lograr que las vacas se preñen.
“Si bien los animales todavía están bastante bien porque se han alimentado con esos pastizales que crecieron, en la superficie que antes estaba ocupada por agua las consecuencias se van a empezar a sentir en el otoño, el invierno, el inicio de la primavera y el año próximo, ya que va a faltar pasto, porque no creció durante enero, o lo hizo muy poco”, explicó el ingeniero.
Desolación
La sequía sigue siendo el principal flagelo del campo argentino y, si bien las últimas lluvias que se sucedieron mejoraron la situación de la producción agropecuaria en algunos puntos del país, la falta de agua es tal y las precipitaciones han sido tan heterogéneas e inestables, que muchas zonas del agro argentino todavía no saben lo que es el alivio.
La parte más afectada por la crisis hídrica se da en las principales zonas productivas del país, como lo es el centro y la franja este, que incluye Santa Fe, buena parte de Buenos Aires y las provincias del Litoral. Allí todavía se sigue consumando el desastre productivo, tanto en las explotaciones agrícolas como ganaderas, con escenas a veces dantescas de animales muertos desperdigados por los campos secos.
Martín Rapetti es productor agropecuario de la localidad correntina de Curuzú Cuatiá, y también desarrolla actividad en campos en las cercanías de Gualeguaychú, en Entre Ríos. Si bien practica la agricultura a través de una empresa, se define como un ganadero que actualmente vive una situación complicada. “Yo estoy en proceso de liquidación de mi rodeo, lamentablemente. Voy a tratar de preservar algo porque tengo genética de más de 80 años. Eso no lo puedo perder, pero se hace muy complicado mantenerlos”, dijo a Infobae.
Rapetti relató que este es el tercer año consecutivo de sequía que viene sufriendo la región, y calcula la falta de agua desde ese momento en más de 1.000 milímetros, “lo que hace que los arroyos, ríos y las napas se hayan contraído y ya no haya solo problemas en las aguadas naturales, sino también en las perforaciones, además de que no tenemos pasto”.
Esta situación hizo que Rapetti empiece a despoblar sus campos. “Tuvimos que empezar a sacar hacienda de los lotes. En mi caso particular, suelo sacar 600 cabezas por año en una situación normal y ya llevo sacadas 1.300 cabezas”, dijo. Y agregó que la preñez de las vacas fue del 40% durante 2022, un índice bajo, pero que este año “no creo que pueda sacar ni un 15%, porque el estado corporal de las vacas es muy malo. Además se están gastando los dientes de los animales, porque en el suelo casi no hay pasto. Es solo tierra, muy abrasiva. En mi campo de Curuzú Cuatiá no va a quedar un solo bovino. Más de 600 hectáreas sin animales”.
Pero tampoco en sus explotaciones agrícolas, especialmente las de arroz, se conseguirán buenos resultados. De hecho, prevé una abultada caída de su producción por el hecho de que solo pudo sembrar una pequeña porción de terreno. “Nosotros tenemos una represa de agua que nos permite sembrar 300 hectáreas, pero la represa se llenó en un 20% nomás y podremos hacer solo 30 hectáreas, por lo que nuestra producción será un 10% de lo que solíamos hacer”.
Fuente: Agencias de Noticias y Medios Digitales