Misterioso es el momento de nacer en el cual pasamos de un mundo a otro. Igual de misterioso es el momento de morir en el cual también pasamos de un mundo a otro, de una dimensión a otra. Pero ¿qué hay detrás de lo conocido?
Dicen las antiguas civilizaciones que detrás del mundo físico hay un mundo no físico que es el reflejo de todo lo conocido. La física cuántica nos habla de un campo inteligente, de una esencia permeable que todo lo conecta.
La Matriz Divina, esa matriz es una réplica del mundo físico pero sin forma, es energía pura. Es como una malla de luz entretejida que lo abarca todo. Es el recipiente en cuyo interior existen todas las cosas, el puente entre las creaciones de nuestro mundo interior y exterior.
Las sabidurías antiguas y la ciencia moderna, coinciden en que es en los mundos invisibles en donde creamos el proyecto de nuestras vidas. Desde ese punto de vista, la Matriz Divina funciona como una gran pantalla cósmica que nos permite ver la energía no física de nuestras emociones, pensamientos y creencias, para proyectarlas en el medio físico.
La Matriz Divina es un campo inteligente que responde a nuestros pensamientos y a nuestras emociones, de ahí la importancia de la calidad de estos. Es en ese espacio donde están todas las posibilidades en potencia.
Ese mundo invisible, ese campo inteligente, está al alcance de todos y podemos relacionarnos con él a través de la respiración, de la meditación o de la introspección. Accedemos a él a través de esos espacios de no tiempo entre el despertar y el dormir.
Solamente podemos entrar en la Gran conciencia Inteligente a través del poder silencioso. Ese es el puente a través del cual podemos comunicarnos con la Matriz Divina.
Y para qué relacionarnos, simplemente para ser creadores conscientes de nuestro destino.
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