En este convencimiento que es posible vivir los valores que nos llevan a la paz, y entendiéndolo no sólo como ausencia de violencia sino como el buen manejo de las diferencias, es que les propongo pequeñas reflexiones para recuperar el vínculo entre ciudadanía y sociedad, superando la idea del individualismo contemporáneo.
Sin duda el camino para ello es el diálogo en tanto permite articular las relaciones entre los actores políticos y, entre estos y la ciudadanía.
De allí la importancia de potenciarlo para articular democráticamente los diferentes intereses y necesidades.
Ahora bien, el diálogo para que sea constructivo requiere ciertas condiciones como buenas estrategias de comunicación, un ambiente seguro, información compartida, equilibrio de poder entre las partes, entre otras cuestiones que, sólo cuando están presentes permiten la generación de confianza y transparencia del proceso en el que se esté dando.
Algunos supuestos comunes que interfieren para lograr una buena comunicación son:
• Creer que el conflicto es negativo y por ende verlo como una batalla a ganar, en vez de un problema a solucionar entre todos.
• Pensar que trabajar las relaciones humanas entre los dialogantes tiene poco sentido y es una pérdida de tiempo, lo que lleva a centrar la atención en lo sustantivo, descuidando el nivel de las relaciones. No nos olvidemos el axioma de la comunicación humana de Paul Watzlawick que dice: “toda comunicación tiene un aspecto de contenido y uno relacional, en tanto que éste condiciona a aquel”.
Lo que podemos superar separando la persona del problema.
• Considerar que existe una sola realidad: “la que yo veo”, esto hace que no prestemos atención a las miradas de los otros dialogantes que pueden ser distintas de la propia y enriquecernos.
Sin diálogo no es posible la paz. Dialoguemos para encontrarnos.