Con los años, el Día de la Mujer dejó de ser una jornada de celebración y agasajos para convertirse en un día donde las mujeres y disidencias reivindican su lucha; por condiciones de igualdad, salarios equitativos, oportunidades educativas y laborales, y sobre todo en contra de la violencia de género. Así vivió Posadas la marcha del Día de la Mujer, más conocida como 8M (en referencia al 8 de marzo).
Unas 1.500 personas aproximadamente se concentraron este miércoles por la tarde en el mástil ubicado en la intersección de las avenidas Mitre y Uruguay de Posadas con carteles que visibilizaban los rostros de las mujeres misioneras víctimas de femicidio, y con frases como “nos queremos vivas y libres“, “de regreso a casa quiero ser libre, no valiente”, “exigir justicia no es delito”, entre otras.
Desde allí marcharon hasta la plaza 9 de Julio, donde se concentraron y disertaron una por una sobre su experiencia en distintos ámbitos, y en memoria de sus amigas, familiares y conocidas que fueron víctimas de femicidio y violencia de género.
Si bien hubo una fuerte presencia de las agrupaciones políticas como el Polo Obrero, el Movimiento Evita, la CTA Autónoma, también acudieron colectivos como la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA Misiones), y organizaciones que asisten a mujeres en situación de vulneravilidad como la fundación Arapoty Kuña.
[yotuwp type=”videos” id=”w8TQ_ROb_uQ” ]
A su vez, en las pancartas resonaban fuertemente los nombres de las misioneras Lucia Maidana, la joven capiovicense estudiante de humanidades que fue asesinada en 2013; Claudia Benítez, la taxista posadeña asesinada el año pasado; Horacelia Marasca, la joven posadeña de 16 años asesinada en 2015, Gabriela Agüero y Débora Elizalde, madre e hija asesinadas en San Antonio en 2021 y Fiorella Aghem, asesinada en San Vicente en 2019.
A esos nombres se sumó la presencia de la familia de Antonella Bernhardt, a casi cuatro años del femicidio de la joven obereña en Posadas.
Ver esta publicación en Instagram
PRIMERA EDICIÓN recolectó algunos testimonios de mujeres presentes que explicaron por qué se convocaron a la marcha del 8M. Una de ellas fue Graciela Carta, una docente jubilada que acudió con colegas y explicó: “Desde que se han gestado las marchas he participado, es un homenaje a nuestras antecesoras que se pusieron al hombro la lucha para que nosotras vivamos mejor que nuestras abuelas y estar acá nos pone en el compromiso de seguir esa lucha. Yo deseo que mi nieta viva mejor que yo todavía. Vivir mejor no en lo material, sino en relación a sus derechos: derecho a un buen trabajo, a una vivienda, a tener acceso a la salud, a la educación, a no ser violentada en ninguna de las situaciones personales.
“Todos sabemos que hay una gran cantidad de embarazos precoces adolescentes, no deseados, cuando la vida de las chicas tiene que estar orientada a otra cosa, a otros sueños; también todos sabemos que hay mujeres que mueren por la violencia, que padecen acoso laboral y un montón de situaciones de las que quedo corta. Tenemos que mirar eso y aportar nuestro granito de arena para que el camino de lucha se profundice”.
Por su parte, representando a las jóvenes profesionales, habló con este Diario Araceli Gimenez, quien acudió a la marcha junto a sus colegas de la Red de Salud Mental Comunitaria.
“Soy psicóloga y venimos a hacer cuerpo por primera vez el día de hoy. Es muy importante estar presentes porque necesitamos marcar nuestra posición como trabajadoras de la salud. Nos plantamos aquí para reclamar más espacio dentro de la Salud como trabajadoras de la salud mental”, explicó.
[yotuwp type=”videos” id=”9OseEcPX-zE” ]