“Horacelia tenía hambre, su pareja no le pasaba dinero, la obligaba a acostarse con otros tipos para que él se comprara cigarrillos, cerveza y drogas. Venía a la hamburguesería con el bebé, no se desprendía de su hijito y me pedía comida. Si vendíamos dos o tres hamburguesas antes ya me quedaba tranquila porque le hacía una a ella y de su boca sacaba pedacitos y le daba al bebé para que comiera. Los dos tenían hambre, solo el sococho del comedor del mediodía comía ella y la criatura solo teta”.
María De Jesús Melgarejo (62) se sentó ayer a las 9.45 frente a los integrantes del Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial. Su relato fue directo, preciso en detalles y sin vueltas ni giros para describir el contexto de vulnerabilidad que atravesaba Horacelia Génesis Marasca (16) en agosto de 2015, antes de ser asesinada a cuchillazos y golpes y su cadáver descuartizado y descartado en cinco bolsas plásticas en canaletas de desagües en Villa Cabello.
María Melgarejo abrió la última jornada de recepción de testigos en el juicio oral por “homicidio calificado por el vínculo” (artículo 80, inciso 1 del Código Penal Argentino) que tiene como acusado a Martín Fernando Monzón (39).
Relató que, “día por medio”, Horacelia y su bebé la visitaban en la hamburguesería y “se le notaba que tenía hambre, que no había comido y me pedía algo. Le hacía el bife para picarle al bebé y a ella una hamburguesa. No me olvidaré más como masticaba y sacaba pedacitos de la boca para darle a la criatura”.
“Por supuesto que también me contaba que vivía sufriendo, que su pareja la obligaba a acostarse con otros tipos para llevarle el dinero a él y que se compre cerveza y drogas con su junta de amigos del barrio”.
Recalcó además que su puesto de comidas está a “seis casas nomás de la de Horacelia” y que la visitaba “para refugiarse, ella no podía golpear a nadie, era chiquita, no tenía aspecto violento, hablaba despacio, con suavidad, era una niña con su bebé en brazos todo el tiempo”.
También respondió que cuando desapareció la menor y vio a su concubino con el hijo en brazos “dando vueltas por el barrio, le dije en la cara: ‘dónde está, qué le hiciste’. Me respondió que ella se había ido con un hombre del Ejército, que lo abandonó”.
“No le creí, para mí era un demonio, una mala persona, no cuidó a su familia. Yo a Horacelia la llamaba Araceli porque no podía pronunciar bien su nombre”.
Tras la contundencia de cada frase de Melgarejo, llegó la sorpresa: de las consultas que le realizó Miguel Varela, defensor del encartado Monzón, surgió la pregunta: “¿Usted integra uno de estos colectivos o organizaciones de mujeres, usted es feminista?”. La respuesta fue negativa; “No, por qué”, y el silencio en la sala de audiencias de calle San Martín casi 25 de Mayo le puso el marco al innecesario y poco afortunado interrogante.
“Sin patologías”
Por pedido de la defensa al iniciar el juicio el 1 de marzo, declararon ayer dos médicos psiquiatras e integrantes del Cuerpo Médico Forense del Superior Tribunal de Justicia. Cintia Roxana Diplotti y Jorge Eugenio Spada analizaron a Martín Fernando Monzón y determinaron, con su informe en el expediente, que el acusado comprendía la licitud e ilicitud de los actos y no presentaba patologías.
Miguel Varela pidió la citación de ambos para que expliquen qué tipo de examen sobre la salud mental de Monzón realizaron.
Diplotti resaltó que el acusado, de la entrevista que mantuvieron y los datos del expediente de Instrucción, se estableció que era una persona consciente de sus actos y no padecía de ninguna patología.
Spada a su turno, detalló el tipo de estudio que se realiza a un sospechoso en este tipo de casos, las conclusiones que la junta obtuvo sobre Monzón y el diagnóstico respectivo. Para ello no se realizan test específicos. “Se nos solicitó una junta médica psiquiátrica y nos basamos en la entrevista directa”.
Además destacó que su labor no es la de perfilar personalidades, esto le corresponde al ámbito de la psicología. “Los psiquiatras realizamos un diagnóstico de la personalidad. En el caso de Monzón realizamos una entrevista pautada semidirigida de más de una hora”.
Según el procedimiento recabaron datos de sus antecedentes, atención y memoria, pensamiento y coherencia, y juicio. En la etapa siguiente, la afectiva, valoraron sentimientos y en la de la volitividad, su capacidad de voluntad, si estaba alterada o no.
“En Monzón notamos contradicciones y rasgos desafectivizados (…) Su relato no impresionaba como verosímil”. Además resaltó “frialdad y carencia de sentimiento de culpa” ante el hecho que lo involucraba.
El debate finalizará hoy con los alegatos del fiscal Vladimir Glinka y del defensor Varela y el veredicto de los jueces César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Fernando Luis Verón.