Casi cinco años después de haber sido cerrada para llevar adelante distintas reparaciones en su edificio, la Escuela 238 de Posadas volvió ayer a abrir sus puertas y a recibir a toda la comunidad educativa.
Aún restan algunos detalles como terminar la cocina -dado que se trata de una escuela de jornada extendida- y el muro perimetral, por lo que hasta que eso finalice todos los chicos, de primero a séptimo grado, cursarán solamente por la mañana hasta las 11.45.
La institución educativa se encuentra sobre la avenida Tierra del Fuego (casi Rademacher), y fue lugar de diferentes manifestaciones y tomas de padres que reclamaban, en un principio, que se hagan arreglos en la escuela, que estaba en lamentables condiciones y luego para que se apresuren las obras. Es que durante todo este tiempo, los más de 300 estudiantes estaban repartidos entre el Neni -contiguo a su edificio, sobre Rademacher- y en la Comercio 18 para poder recibir su educación.
Se les había prometido que las clases de este ciclo 2023 iniciarían ya con la escuela a punto, pero no sucedió y tuvieron que esperar hasta este mes. No obstante, eso no quita la alegría a toda la comunidad educativa, que celebró poder volver a sus aulas.
“Estamos muy felices en este día tan especial. Es una entrega parcial del edificio, pero ya podemos dar clases porque todos los salones están en perfectas condiciones”, compartió con PRIMERA EDICIÓN, Isabel Talavera, vicedirectora de la escuela.
La docente señaló además que había mucha ansiedad por regresar a su edificio original puesto que los padres tenían muchas dificultades en mandar a sus hijos a distintas escuelas. Esto llevó a que muchos optaran por cambiar a sus chicos de institución educativa en los años sucesivos.
“Todo lo que tenemos ahora es gracias a los padres que formaron los autodenominados ‘Padres Unidos’. Fueron ellos los que lucharon y que apresuraron la entrega del edificio, porque si no esto se continuaba dilatando”, reconoció Talavera sobre todos los reclamos que hicieron los padres para que la escuela vuelva a funcionar como antes.
Tras todos estos arreglos, que por varias razones tardaron casi cinco años en ser concluidos, la escuela tiene sus catorce aulas en perfectas condiciones, así como su sala de biblioteca, computación y sanitarios, éstos últimos totalmente renovados.
Por eso ahora el desafío de los maestros y directivos es volver a incrementar su matrícula de estudiantes. “Esa es nuestra primera misión, recuperar toda la matrícula que perdimos. El establecimiento está como para tener 1.500 a 1.800 alumnos, que era lo que teníamos hace ocho años atrás”, reconoció la vicedirectora.
Todavía no tienen fecha aproximada de cuándo concluirá lo que falta de las obras “pero está en apuro porque nosotros tenemos que comenzar con nuestra jornada extendida, así que el tiempo les corre también a ellos igual que a nosotros”.

El reclamo de los padres
El pedido de los padres venía desde hace varios años y los reclamos apuntaban a que los sanitarios no estaban en condiciones y que sus hijos en reiteradas oportunidades se aguantaban sus necesidades para no tener que entrar en ellos.
Asimismo, los problemas en el techo eran muchos y era urgente solucionarlos, a tal punto que tenían miedo de mandarlos a la escuela por temor a que algo les sucediera.
“Pedimos el arreglo de la escuela que se está por caer arriba de los chicos. Nosotros los mandamos a la escuela a estudiar pero tenemos miedo que nos los devuelvan en un cajón“, había expresado a este diario una madre, cuando en 2018 un grupo tomó las instalaciones para hacerse escuchar.
En aquella oportunidad, hartos de las promesas que nunca se cumplían, un grupo de 30 personas irrumpió en la escuela y no permitió el ingreso de los estudiantes ni de los docentes.