La caja de herramientas de las que puede echar mano el Gobierno nacional para frenar la inercia de precios parece haberse quedado definitivamente vacía al igual que el depósito de ideas de quienes deberían resolverlo.
La inflación, convendría que lo digan de una vez, es una variable que no pueden manejar y que seguirá su curso invariable más allá de los discursos y las teorías de miedo que se buscan instalar camino a las elecciones. El Gobierno hizo gala de su impericia para dominar a los precios y el resultado de la “guerra contra la inflación” tiene un claro perdedor: el pueblo argentino.
Quienes nos “defendieron” en esta contienda se quedaron prontamente sin respuestas y le fallaron a la población.
Habrá que ver cómo reacciona ahora el Gobierno ante esta nueva suba del IPC, pero lo que sucede mes a mes parece confirmar la posibilidad de que está apelando a un enfriamiento de la economía para calmar los precios. El problema en ese caso sería cuantificar el daño de semejante decisión.