Mario Moreno “Cantinflas”, quien interpretó a lustrabotas, carteros, peluqueros, sacerdotes, policías,
políticos y demás, se hizo famoso por su curiosa forma de hablar mucho y decir poco.
El genio mexicano, con un curioso bigote en las comisuras de sus labios, también cobró fama fuera de Latinoamérica por interpretar al compañero de viaje de Phileas Fogg (David Niven) en “La Vuelta al mundo en 80 días”, uno de los dos únicos filmes que hizo en inglés (el otro fue “Pepe”).
Su personaje cómico, “Canlinflas”, se caracterizaba por usar Una camisa blanca, una banda en el cuello, un chaleco raído y un pantalón a punto de caer sostenido sólo por una cuerda.
El personaje se parecía al que interpretó Charles Chaplin en “EI pequeño vagabundo”. Sin embargo, y aunque Chaplin mismo dijo alguna vez que Cantinflas era el mejor cómico del mundo, el humor mexicano -más verbal que visual- no se traducía fácilmente a otras lenguas.
“Cantinflas” le dio un nuevo verbo al idioma español: “cantinflear”, que significa hablar mucho y decir poco.
En una escena típica, “Cantinflas” -frente a algún muñeco, una mujer hermosa, un animal o un niño- soltaría un torrente de palabras, invertiría el orden gramatical y los sonidos no tendrían sentido. Todo con una expresión de encanto e inocencia. Podría continuar por tres o cuatro minutos seguidos: el público se reiría hasta llorar.
La gran popularidad de Moreno le valió ser conocido solamente como “Cantinflas”, a pesar de que él mismo aclaró en varías ocasiones que así se llamaba exclusivamente su personaje.
Nació el 12 de agosto de 1911 en un sector pobre de la Ciudad de México, nunca olvidó que se convirtió en uno de los hombres más ricos del país gracias a las ventas multimillonarias de boletos en cines baratos.
Fue famoso como filántropo y algunos informes señalan que llegó a destinar a causas humanitarias más de la mitad de lo que ganó a lo largo de su carrera.
Asimismo fue reconocido por su habilidad como torero cómico, dejando caer sus pantalones, arriesgándose a recogerlos dándole la espalda a feroces toros de lidia. Dentro de la tauromaquia, Moreno se erigió como una de las mayores atracciones en la Plaza de Toros de México, llegando a agotar las 53.000 localidades del circo más grande del mundo.
Como torero, años después, cuando ya era lo suficientemente rico y famoso como para dejar de lado tan peligroso arte, Moreno siguió comportándose graciosamente ante feroces bestias. “Los toros no saben que se supone que debo ser gracioso”, dijo una vez.
Algunos de sus críticos han comparado a su personaje con el de Charles Chaplin, pero Moreno expresó que sus coterráneos necesitaban más de una carcajada que la de los parámetros impuestos por su colega anglosajón: “Yo siempre proyecto optimismo, solamente optimismo. Chaplin a veces hace a uno llorar. Cantinflas solamente hace reir, nunca llorar“, remarcó.
“Cantinflas”, según Moreno, “no es enemigo de nadie. Siempre está tratando de estar de su lado, especialmente cuando no sabe de qué lado está uno. Él representa los más entrañables aspectos de los pobres de México, de los pobres . en todo el mundo”.
“Cantinflas”, definitivamente “Cantinflas” aún a pesar suyo, Mario Moreno reflejó por la vía del humor una realidad que, tomada de su país, es común a América Latina. Con sus personajes se identificaron los sectores sociales más humildes que, en la irreverencia actoral del cómico, reivindicaron cuotas de dignidad apelando a la herramienta de la ironía y el absurdo.