Un grupo de 24 niños brasileños y argentinos de 9 a 14 años fueron los colaboradores del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) en la propuesta de pensar en la transformación de dos espacios públicos en la frontera entre Brasil y Argentina.
El proyecto Conexiones Urbanas realizó en el mes de marzo talleres sobre la metodología del Diseño de Espacios Públicos en la Escuela Municipal Érico Veríssimo de la ciudad brasileña de Barracão y en la Escuela Provincial 765 de la ciudad de Bernardo de Irigoyen, incentivando a los niños y jóvenes a pensar en los espacios públicos que desean. La metodología contribuye a lograr uno de los objetivos del proyecto: ayudar a los gobiernos locales a mejorar sus espacios públicos para que sean más inclusivos y sostenibles, integrando a la población de ambos países.
En Bernardo de Irigoyen, los talleres se centraron en una plaza cerca de la frontera, con gran potencial de uso y convivencia armoniosa entre las dos nacionalidades. Una escuela de robótica, una escuela de inteligencia emocional, un espacio de picnic y la descontaminación de un arroyo fueron algunas de las sugerencias. “Fue muy divertido, nunca me imaginé haciendo todo esto. Propusimos un lugar para jugar cerca del arroyo y una cancha de fútbol para poder hacer campeonatos”, dijo Yeniffer Guzmán, una estudiante de 11 años.
En el lado brasileño, los niños pensaron en soluciones para el barrio Industrial, un área alejada del centro de la ciudad. Propusieron equipos como parques infantiles y canchas deportivas, así como soluciones para hacer que las calles sean más seguras para caminar, pensando desde las señales de tráfico hasta su mantenimiento.
“Me gustó mucho que fuéramos nosotros los que hicimos este proyecto, y que él va a convertirse en una verdadera plaza. Estaremos allí casi todos los días jugando. Es algo que se mantendrá”, dice Ana Carolina Chiogna, alumna de 5° grado que participó de los talleres. Su colega Stephanie Dias agrega: “El proyecto fue realmente genial. Es tan bueno saber que todo esto fue hecho por nosotros. Hay mucha gente que no está usando las plazas, y yo creo que con este proyecto los niños van a jugar y divertirse”.
El lunes de mayo el equipo del proyecto regresó a las ciudades para presentar a los estudiantes y a la comunidad los proyectos arquitectónicos realizados a partir de sus sugerencias. El material fue compartido con los municipios locales, con el fin de continuar la acción. La idea es que estos espacios públicos puedan mejorar la calidad de vida y promover la cohesión social en las zonas urbanas en el contexto de las fronteras.
La coordinadora local del proyecto, Camilla Almeida, explica que la participación de la comunidad en la elaboración de las propuestas es fundamental para crear espacios públicos que satisfagan las necesidades locales y que, en el caso de estas ciudades, la emoción de todos los participantes superó las expectativas.
“Creemos firmemente en la importancia de los espacios públicos de calidad como lugares de encuentro y convivencia, especialmente en las ciudades fronterizas, donde estos espacios tienen el potencial de valorar la interacción entre personas de diferentes nacionalidades. En esta región, observamos que el 30% de la población está formada por niños y adolescentes, un número significativo. Por eso, consideramos fundamental crear un proceso participativo que pueda involucrarlo en el diseño de plazas para sus barrios, permitiéndoles sentirse parte activa de la transformación de los espacios públicos y fomentando su desarrollo como ciudadanos responsables y conscientes de su entorno”, explica Camilla.
Diseño de espacios públicos
Con la metodología de diseño de espacios públicos, se alienta a los jóvenes a observar sus comunidades y desarrollar la doble capacidad de imaginar y diseñar soluciones para mejorar un espacio público. Para ello, se presenta un repertorio de soluciones creadas en todo el mundo, a partir del cual los jóvenes adaptan, rechazan o adoptan estas ideas en sus proyectos como mejor les parezca.
La metodología también ofrece un momento de investigación de campo, en el que los jóvenes realizan una caminata exploratoria y hablan sobre aspectos de la ruta que les llaman la atención, contando su experiencia en el barrio.
Para diseñar soluciones, ONU-Hábitat comparte técnicas sencillas de urbanismo y cartografía, que se ponen en práctica con la elaboración de modelos físicos de los espacios deseados. Posteriormente, se organizan momentos de presentación de los proyectos, demostrando que los jóvenes son capaces de proyectar y defender el cambio que desean.
“Las metodologías participativas de los espacios públicos refuerzan que cada comunidad tiene sus propias vocaciones. Una política pública que piensa en el desarrollo urbano necesita considerar las características particulares de cada lugar, ya que la dinámica entre las personas y los espacios públicos puede y debe influir directamente en los diseños de la ciudad. En la frontera seca entre Brasil y Argentina, la integración es un punto fundamental de la cultura local, y sus espacios públicos deben ser pensados para promover este intercambio entre poblaciones”, explica el Representante Internacional de ONU-Hábitat para Brasil y el Cono Sur, Alain Grimard.