Mientras cursaba el primer año de la carrera de medicina, la posadeña Ihara Yaborski comenzó a sentirse mal, pero nunca pensó que terminaría diagnosticada con una patología poco frecuente: dermatomiositis. Desde entonces, inició un camino donde vivió momentos difíciles y necesitó aprender de nuevo a caminar e incluso a respirar por su cuenta.
Actualmente continúa su rehabilitación junto al equipo médico del hospital Ramón Madariaga, comenzó un entrenamiento personalizado en kickboxing y planea seguir una carrera como kinesióloga.
Los comienzos
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN contó que “en el mundo son 27 personas con esta enfermedad en estado puro”.
Al respecto, explicó que la patología “es de la rama autoinmune, son de las que están en el ADN y un día despierta. En mi caso, despertó sin estar acompañada de una patología subyacente ya que, por lo general, siempre viene de la mano de algún tipo de reuma, lupus o esclerosis”.
Respecto a su diagnóstico, recordó que “egresé del Santa María en 2019 y hasta entonces no tenía ningún síntoma, era una chica normal”.
A comienzos del 2020, mientras estaba estudiando medicina, indicó que “comencé a tener problemas en la piel, como un sarpullido, primero fue en la cara, después en los brazos y por último en las piernas. En un mes, quedé totalmente cubierta por ese sarpullido”.
Resaltó que se dio en plena pandemia de COVID, lo cual dificultó dar con un diagnóstico: “Primero me decían que era una alergia, fotosensibilidad, pero comencé a perder fuerza en las piernas y me costaba caminar”.
Por este motivo, “me pareció que no era una alergia común. En el medio, se formó una capa de caspa en cuero cabelludo y perdía cabello”, añadió.
En diciembre del 2020, en el Hospital Madariaga, Yaborski relató que “entré en silla de ruedas, porque las piernas ya no respondían. Me atiende la dermatóloga Gabriela Campos y con solo verme pide internación. Hicieron estudios de todo tipo para llegar a un diagnóstico: dermatomiositis en estado puro”.
Al principio, inició una quimioterapia con pastillas, pero los resultados no fueron los esperados, provocó que “la enfermedad avance mucho más rápido”, agregó.
Además, “en el medio tuve una perforación de colon y parte de intestino. También comencé a deshidratarme, porque perdí la fuerza de los músculos de la garganta, la capacidad de deglutir”.
De tal forma, volvió a internación en el Madariaga fue operada, pero tuvo un colapso de pulmón: “era la madrugada y la doctora de piso le dice a mi mamá que llame a mis familiares porque en cualquier momento podría fallecer, no había esperanzas de que pase la noche”.
En su parte más complicada, estuvo en coma inducido tres días y se despertó por su cuenta. A pesar de una rápida recuperación, experimentó una infección de pulmones, “levanté fiebre y los médicos no encontraron un antibiótico que me hiciera bien”, detalló.
Finalmente, al dar con un medicamento adecuado logró mejorar y salir de UTI, dejando el respirador.
Con las complicaciones de la enfermedad, Yaborski relató que “no tenía fuerza en el músculo del diafragma y respirar por mi cuenta era casi imposible”. Fue así que arrancó con el equipo de kinesiología y rehabilitación.
“Básicamente, aprendí a respirar, tragar agua, a comer y a hacer todas las necesidades básicas desde cero”. Al abandonar la internación, afirmó que “salí cuadripléjica”.
En este proceso terapéutico, remarcó que “tuve que aprender a vivir de nuevo” y además “cuando me dieron el alta fue el mejor día de mi vida, porque salí con una quimioterapia con un medicamento experimental, usando lo más fuerte de la rama de la farmacología”.
Aprender desde cero
Ihara Yaborski aún continúa su recuperación: “El 23 de marzo se cumplió un año desde que inicié kinesiología, donde caí moviendo solo dos dedos de cada mano y un poco la cabeza”.
En este paso a paso, utilizó elementos especiales para lograr fortalecer músculos: “fue doloroso y tedioso, pero por suerte me tocó una excelente kinesióloga, la licenciada Fabiola Raffin, quien siempre me dio ánimos y nunca me dejó bajar los brazos”.
Al encontrar la motivación y con las ganas de superarse, para retomar su plan de vida, “en cuatro meses estaba caminando. Todos se asombraron porque fue rapidísimo el proceso y logramos cambiar los ejercicios”.
Asimismo, pasar por esto generó un cambió en su persona y expresó que “todo ahora tiene un gusto distinto, desde tomar un café hasta ingresar caminando al Hospital”.
Actualmente, a sus 21 años, comentó que “mi meta es volver a la facultad, pero voy a cambiar de carrera porque medicina demanda mucho esfuerzo y mis doctores me dijeron que mi cuerpo probablemente no lo soporte”.
En este sentido, señaló que “sumado a un gusto personal, voy a esperar a estar bien para volver y estudiar Licenciatura en Kinesiología y Fisiatría”.
Entre sus nuevas actividades, manifestó que “empecé kickboxing, me encanta y obviamente tengo un entrenamiento personalizado, con cuidados extra. Es algo que me encanta y espero que llegue el jueves para ir a clases”. Asimismo, compartió que “me gustaría seguir entrenando y llegar a ser instructora de kickboxing”.