Vivimos en un mundo VICA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo) que nos desafía constantemente en el sostenimiento de la paz. Atento al alto nivel de intercambio que hoy permite la tecnología, un adolescente hoy tiene ya el triple de intercambios comunicacionales que un adulto en toda su vida. Si a ello sumamos los discursos del odio y posicionamientos de la grieta, se genera un combo que nos exige esfuerzo para que no “se nos suelte la cadena”.
El camino más directo hacia la paz es a través de la conexión con nosotros mismos, único espacio que podemos aspirar a gestionar. Por ejemplo, alguien de la familia nos habla de manera agresiva, automáticamente aparecerá el deseo de defendernos o de huir, y cualquiera de esas reacciones pueden ser frustrantes.
Lo que hacemos habitualmente es intentar controlar lo que pasa afuera, en lugar de mantener la conexión hacia adentro con nuestras necesidades.
En el ejemplo anterior quien esté conectado consigo mismo advertirá que la necesidad de respeto está siendo profundamente insatisfecha y si bien, la forma en que actúan otras personas no depende de nosotros, sí podemos autogestionarnos brindándonos el respeto ausente.
Nuestra capacidad para experimentar paz no depende exclusivamente de tener satisfechas nuestras necesidades sino de reconocerlas y estar presentes en ellas.
La próxima vez que estés pasando por una situación que te detone, en vez de actuar en automático e intentar cambiar a la otra persona o lo que está pasando afuera, práctica llevar tu presencia a esa necesidad que llama tu atención y toma responsabilidad por ella.
El desafío pasa entonces por mantener la conexión con nosotros mismos, aún en circunstancias que nos impelen a juzgar a los demás.
Comparto algunas claves para que tu energía, en lugar de ampliar la brecha se transforme en un camino de superación que te permita eficiencia en todos los planos:
· En lugar de llevar la atención afuera, guíala hacia adentro para traer tu presencia de manera curiosa y compasiva en vez de juzgadora.
· No intentes defenderte, intenta comprender lo que estas experimentando en forma de juicios, pensamientos, sensaciones. Imagínate como un testigo amoroso de toda esa rabia, angustia, etc.
· En lugar de poner el esfuerzo en tapar tus juicios o de justificarlos pensándolos una y otra vez buscando evidencias, escúchalos con curiosidad y apertura.
· Los juicios no son tus enemigos, pueden constituir una invitación para entrar en contacto con tus necesidades insatisfechas si descifras el mensaje que te están trayendo.
· Una vez que logras percibir la situación externa, habiéndote hecho cargo primero de tu dolor, y escuchado las necesidades que te estaba mostrando podrás recuperar el poder de actuar desde tu verdadera fuente de poder: el amor. El amor de actuar desde la conexión con vos mismo y con los demás para traer al mundo lo que querés en lugar de lo que no querés.
Solo en la medida que cada uno sea capaz de hacerse cargo de lo que le sucede adentro irá recuperando el poder para actuar en lugar de reaccionar.