“Hasta ahora, nada”. Pocas expectativas y el tiempo juega como diluyente para la pesquisa detrás de los presuntos policías provinciales que asaltaron un camión distribuidor de carne sobre la ruta nacional 12, el miércoles por la noche en proximidades al acceso a Puerto Esperanza.
No solo intentar obtener datos de los presuntos autores se necesita, sino también determinar cómo obtuvieron un patrullero, conos, chalecos antibalas, uniformes negros, gorras y armas para montar, sin que nadie lo advirtiera, un falso control vial para esperar que el Mercedes Benz con la recaudación del día llegase hasta el sitio y asaltar a sus ocupantes.
Lo único concreto, de acuerdo a las fuentes contactadas por PRIMERA EDICIÓN, es que en la mesa de los investigadores no hay datos firmes sobre la autoría y mucho menos del destino del dinero.
El “Triple C”
A este episodio de inseguridad se suman otros golpes recientes en la misma localidad y zonas próximas. Una banda de asaltantes paraguayos robó dos camionetas Toyota Hilux de color gris con pocos días de diferencia. Y con el mismo cabecilla, Carlos Carrera Cabrera (43), fugado de una celda de la Unidad Regional V de Puerto Iguazú, hace un año. De estos casos tampoco se obtuvieron avances firmes en cuanto a los autores. Fueron demorados presuntos cómplices en Puerto Libertad y Esperanza, pero ninguno de los delincuentes directos y menos aún, fueron recuperadas las camionetas.
En cuanto al golpe dado el miércoles se sostienen como datos ciertos que fueron tres las víctimas que viajaban en el transporte de regreso a las 20.30 desde Iguazú a Puerto Rico, donde tiene la sede la empresa San Francisco y que cayeron engañados por un falso puesto de control de seguridad de la Policía a la altura del kilómetro 1.580 en proximidades al cruce de Puerto Esperanza, zona conocida como “Gauchito Gil”.
Dos de los tres son empleados “de confianza” del frigorífico con 18 y 10 años de antigüedad y sin tachas en su labor. El tercero es un guardia de seguridad privada contratado para por la firma.
Los tres fueron reducidos, según sus relatos, por dos policías que no dudaron en apuntarles a la cabeza y obligarlos a subirse a la caja apagada de refrigeración, donde fueron encerrados mientras en la cabina los asaltantes se llevaban toda la recaudación de la tarde: nueve millones de pesos en efectivo.
Los denunciantes también señalaron que cuando observaron el control policial había un automóvil adelante al que los uniformados ordenaron que siguiera camino y que a ellos les hicieron señas para que el camión se estacionara en la banquina.
El conductor respetó la orden y cuando abrió la ventanilla uno de los policías extrajo de la cartuchera sujetada con una muslera en la pierna derecha una pistola. Del otro lado de la cabina sucedió lo mismo y los tres empleados entendieron que estaban en peligro.
Todo lo demás fue rápido. Los subieron a la caja vacía de carne y los encerraron. Escaparon con un bolso con la recaudación y en un patrullero oscuro de la Policía de Misiones.