En los talleres de conciencia emocional, doy este ejercicio que les quiero compartir para que lo utilicen cuando lo necesiten.
Abrirnos y soltar parece fácil, pero no lo es.
Si observamos nuestros cuerpos, ya la postura corporal nos muestra cómo estamos.
Respiración acortada, tensión en los hombros, dolor en la espalda, cansancio, es todo lo que tenemos.
Al respirar y dar la consigna de abrir, noto la dificultad que hay.
Es generalmente por el miedo, vivimos con miedo a todo: a quedarnos solos, sin trabajo, dinero, enfermarnos, perder, morir, etc. Y muchas veces ni nos damos cuenta. Pero el cuerpo sí siente eso y manifiesta su tensión en él.
Por eso cuando hablo de abrir, uso la respiración para dejar que el aire entre por la boca, abriéndola, como dejando que entre vida en nosotros, porque eso es el aire: vida.
Así que vamos a abrir la boca para respirar y hacer consciente esto para sentir cómo se abre el pecho y el aire entra.
Cuando digo confió, ¿cómo puedo confiar si tengo miedo? Así que en este momento vamos a pensar en cuáles son nuestros miedos y por un momento soltarlos.
Entonces abro, confío y ahí entrego eso que no me deja ser yo mismo, que no me deja vivir la vida que quiero y lentamente voy dejando que el cuerpo vaya relajándose.
Repito las veces que necesite: abro y respiro, entrego las cargas, los miedos, el control, confío en lo que creo, en la vida, en Dios, en la familia y agradezco todo lo que tengo en este momento, la vida por ejemplo, el aire que estamos respirando.
Así van repitiendo en silencio, sintiendo y permitiéndose ser en este momento solo un alma que está aprendiendo.
Abro, confío, entrego y agradezco.
Bendiciones.