El equipo científico del Conicet La Plata conformado por las investigadoras Sheila Ons, María Victoria Micieli y el becario A. Nicolás Barrera-Illanes llevó a cabo un estudio que confirmó un dato, bien podría decirse, alarmante.
Y es que descubrieron la presencia de mutaciones genéticas en el mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus del dengue, que son resistentes a las fumigaciones con insecticidas y que los hacen tolerantes a dosis normalmente letales.
La investigación, que se desarrolló en el marco de la Red Argentina de Vigilancia de la Resistencia a los Plaguicidas de uso en Salud Pública (RAReP), incluyó tres puntos geográficos del partido de La Plata: la zona del ex zoológico o Bioparque y el cementerio municipal, y la localidad de Arturo Seguí, tomada como rural por la menor densidad de viviendas.
El estudio fue publicado en la revista Parasites & Vectors que comprueba que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), junto a Tartagal en Salta y Parque Nacional Calilegua en Jujuy, también está habitada por mosquitos de esta especie que desarrollaron la mutación genética.
No es la primera vez que se detecta algo similar, ya que hubo un antecedente en Brasil. Allí también a través de una investigación descubrieron que extensas poblaciones de insectos son altamente resistenes a los productos químicos que se usan de forma usual para combatirlos.
“Era de esperar que la situación de Brasil tuviera una correlación aquí, porque de hecho otras investigaciones recientes reportan la presencia de las mismas mutaciones en Misiones. Se observa lo que sucede en países vecinos del norte de Sudamérica porque el dengue es un problema regional. La única manera de bloquear este proceso es matando mosquitos infectados”, explicó la investigadora Sheila Ons.
De esta manera, los especialistas precisaron que hay tres genotipos o variedades genéticas: el sensible, es decir aquellos que son alcanzados por el efecto del insecticida y mueren por volteo; el R1, que tiene una mutación que lo hace resistente pero en un nivel bajo; y el R2, que presenta dos mutaciones y se asocia a una resistencia alta.
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Datos para tomar decisiones
Los marcadores hallados son la señal de alarma que las autoras de la investigación deben reportar al Ministerio de Salud de la Nación.
“Estos resultados se suman a lo que ya se sabe sobre la biología de los insectos transmisores de organismos causantes de enfermedades, y todo se informa a las autoridades de salud para que lo tengan en cuenta al momento de diseñar estrategias de control”, describió la investigadora María Victoria Micieli.
A su Vez, Sheila Ons sostuvo que “el monitoreo de resistencia es una de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS); sin esta información, fumigar es como tirar veneno a ciegas, sin saber qué funciona y qué no”.
Fuente: Agencia de Noticias Télam