En su última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) confirmó varias cuestiones que reafirman el tono de la crisis: la pobreza va en ascenso de la mano de la inflación y se ceba con los sectores más humildes donde la preocupación pasa por hacer frente a la cada vez más cara canasta de alimentos. De ahí que la indigencia vaya en franco crecimiento sin resolución a la vista.
Hasta allí la fotografía a la que nos acostumbramos durante los últimos años. Pero la misma EPH refleja y confirma también otro dato que, si bien está ahí desde hace algún tiempo, denota la profundidad del problema que deberá comenzar a resolver la próxima gestión: ya no basta con tener trabajo en blanco para zafar de la pobreza.
El primer dato que lo confirma es que el incremento de la pobreza se produce en un año en el que la economía creció y cuando indicadores sensibles como el del empleo arrojan resultados positivos. Más contundente es la aparente contradicción entre la evolución de la pobreza y el mercado de trabajo, porque al mismo tiempo que sube la cantidad de pobres, son menos los desocupados.
Desglosar minuciosamente el informe del INDEC permite ver la fotografía completa con detalles alarmantes.