Cuando luchaba como emprendedor, leyendo Piense y Hágase Rico, y siendo asesorado por Paul Martinelli, Paul me hacía escribir mis metas. Pero creo que ni siquiera podía llamarlas “metas” en ese momento, estos más bien eran sueños porque no había un plan real para que ninguna de estas cosas se hiciera realidad.
Desearía poder decir que tenía fe en mí mismo, pero francamente no la tenía. Tenía fe en Paul, tenía fe en el libro, incluso tenía fe en el proceso; pero esencialmente no tenía fe en mí.
Mi fe era del tamaño de una semilla de mostaza y como seguro has escuchado, ¡eso es todo lo que Dios requiere de nosotros al principio!
A lo largo de los años, he tenido la bendición de contar con personas en mi vida que creyeron en mí y que vieron potencial en mí cuando yo no vi ninguno.
Cuando miro alrededor de mi oficina hoy, veo pilas de cuadernos que llené con declaraciones de sueños, metas, visiones y deseos para mi vida.
Siempre me sorprende cuando abro uno de esos cuadernos y empiezo a leer lo que un joven e inconsciente Gerson escribió y soñó. Estoy aún más sorprendido de ver cómo todo lo que escribí hace tantos años se ha hecho realidad.
Al reflexionar sobre esto, tengo varios pensamientos.
Uno es, ¿de qué tenía tanto miedo? Puedo leer y sentir mi propio miedo, incluso en mis sueños. Puedo ver cómo estaba “jugando pequeño”, marginándome y disminuyendo mis sueños para que encajaran en la pequeña imagen que tenía de mí mismo.
También quiero gritar a esas páginas ahora y decir: “¿¡Por qué no agregaste unos cuantos ceros más!?”.
¿Por qué pedí $10K, cuando Dios estaba completamente preparado para darme un millón? Y no lo hice porque no tenía ni idea de la verdad presente en la promesa: Pregunta, busca y toca la puerta.
Pregunta: Pregúntate ¿qué es lo que realmente quieres?
Descríbelo con 100% de claridad, tan claro que mientras lo describas, otros puedan ver la imagen que tienes en tu mente.
Busca: Busca las oportunidades, las relaciones, los “próximos pasos” que estén alineados con tu deseo. Ábrete a ver estas cosas en cualquier lugar y en todas partes.
Toca la puerta: Actúa. “Tocar a la puerta” es un llamado de acción. No se trata de esperar pasivamente y ver qué sucederá. A medida que busques, y las ideas entren en tu conciencia, actúa y responde.
El proceso creativo es un proceso activo, y tú debes ser el partícipe de él.
¡Creo en ti y creo en tus sueños!
Gerson Calderón: <[email protected]>