La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) designó en 2019 la fecha del 22 de agosto como Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o la Creencia. Una efeméride que llega justo después del Día Internacional del Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, el 21 de agosto.
La libertad de religión o de creencias, la libertad de opinión y de expresión, el derecho de reunión pacífica y el derecho de libertad de asociación son interdependientes, están interrelacionados y se refuerzan mutuamente.
Todos ellos están contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y sin embargo se continúan perpetrando actos de intolerancia y violencia basados en la religión o las creencias, incluso existe en el mundo cierta focalización contra personas pertenecientes a comunidades y minorías religiosas en todo el mundo.
Es más, multiplicados y viralizados por el “vale todo” de las redes sociales, la cantidad y la intensidad de estos incidentes teñidos de intolerancia hacia el diferente van en aumento, adquiriendo a menudo un carácter criminal y unas pautas repetidas a nivel internacional.
Mientras en el plano físico la ciencia, la tecnología y el desarrollo humano en general avanzan exponencialmente y sin pausa, en el plano de las ideas y en el respeto al disenso, la sociedad parece venir en retroceso con respecto a las últimas décadas del siglo XX.
Por eso, no está de más un día como el de hoy y el de ayer, para condenar enérgicamente la violencia física, verbal y simbólica contra minorías religiosas o políticas, ejercidas sobre la base (o incluso en nombre de) una religión o creencia que se considera superior o “suprema”.