El Universo en su infinita sabiduría nos ha provisto con todas las cosas que necesitamos para vivir en abundancia.
Los elementos esenciales: tierra, agua, aire, luz, se nos han dado de manera generosa. Los regalos de la naturaleza: las piedras preciosas, los frutos, los cereales, los minerales, son signos de la magnificencia de la Creación. Es evidente que la provisión es ilimitada y accesible para todos.
Pero el mayor tesoro es el entendimiento de que somos una extensión de la Divinidad misma. No somos seres separados sino una manifestación de esa Presencia Divina que da vida a todo lo que existe.
Este es el verdadero origen de nuestro deseo de prosperidad, la chispa divina en nuestro interior que nos recuerda que somos dignos de todo lo bueno y maravilloso.
Nuestra riqueza no se encuentra en lo material, aunque estas cosas puedan aportar comodidad a nuestra vida física. Nuestra verdadera riqueza se encuentra en la conciencia de nuestra propia Divinidad, en el reconocimiento de que somos hijos del Creador, por lo tanto, merecedores de todas las bendiciones del Universo.
La clave es despertar a esta verdad, tomar conciencia de nuestra herencia divina. Debemos recordar que somos hijos de la Fuerza Creadora más grande. No debemos tener miedo de reclamar nuestro derecho a la provisión ilimitada.
Al hacerlo, nos alineamos con la abundancia y la armonía del Universo, permitiéndonos vivir en un estado de gracia y gratitud. Así que no busques en el exterior lo que ya reside dentro de ti.
La abundancia, la prosperidad y la paz están ya en tu ser. Solo necesitas despertar y tomar conciencia de tu verdadera naturaleza divina. En el momento en que lo hagas, te darás cuenta de que siempre has estado rodeado de abundancia y que la provisión ilimitada siempre ha sido tuya.
Les comparto aquí esta oración para que asumamos nuestro derecho divino de la abundancia ilimitada en nuestra vida:
Divino Creador, fuente de toda abundancia y amor, reconozco tu presencia en mí y en todo lo que me rodea. Veo tu generosidad en la tierra que me sostiene, en el agua que me refresca, en el aire que respiro, en la luz que me guía. Tu Divino amor en toda la naturaleza que me nutren, que me dan vida.
Me presento ante ti, en reconocimiento de mi unidad contigo. Acepto que soy una extensión de tu Divinidad, una manifestación de tu amor y abundancia. Estoy eternamente agradecido por la chispa divina que reside en mí, recordándome siempre de mi herencia y derecho a la abundancia y la prosperidad.
Despierto a la conciencia de mi verdadera naturaleza, tomo conciencia de mi inherente dignidad como hijo tuyo. Como príncipe del Universo, reclamo mi derecho a la provisión ilimitada que me has prometido.
No busco fuera de mí lo que ya existe en mí. La abundancia, la prosperidad y la paz residen en mi ser. Abro mi corazón a la gracia de recibir, alineándome con la armonía y generosidad del Universo.
Con gratitud y amor, acepto todas las bendiciones que fluyen hacia mí y las comparto generosamente con otros. En armonía con el Universo, vivo en un estado de gracia y agradecimiento, sabiendo que siempre estoy rodeado de abundancia.
Así es y así siempre será. Amén.
Feliz y bendecida Vida.