Una mujer de carácter, un alma noble que busca sanar heridas físicas y del corazón. Se autodefine como curandera y brega por rescatar la profesión que heredó, la pasión por las plantas y ese poder sanador.
Elsa Dora Ortíz escribió un libro en el que describe 132 plantas medicinales, “las más comunes, las que todos tenemos en la capuera y casi ninguna tiene contraindicaciones, algunas sí las tienen” y recomienda especial atención a embarazadas, niños menores de dos años “nada de yuyos”, hipertensos y diabéticos, aunque para estos los hay especiales.
Nació en Puerto Libertad, su padre que trabajaba en el campo era medium, pero atendía solo casos especiales, su trabajo era la chacra. “Mi abuela materna era partera”, recuerda mientras afirma que ella a sus hijos los crió con sus preparados.
Viajó por “todos lados aprendiendo las propiedades de las plantas” y aunque el nombre hoy es fitoterapeuta, ella prefiere ser curandera. A ella acuden las personas atraídas por su lectura del Tarot y “terminan hacia otro lado porque todo tiene que ver con lo mismo, lo único que sé es quien me consulta tiene que salir mejor de cómo entró, a partir de ahí muchas veces se empieza a trabajar desde ese lugar”.
También es reikista y afirma que siempre “terminás en la medicina verde. Guiar hacia las plantas y soltar lo que hace daño se abre un universo, la medicina verde es el principio y el fin”. Reivindicar a la curandera es una expresión que usó durante la presentación de su libro, y algo que destacó parafraseando al nombre de su obra “Dicen que… las plantas pueden cambiar su energía y si por ejemplo necesitamos una planta de llantén para una enfermedad y tenemos solamente una de ortiga, entonces agarremos esa planta de ortiga, le explicamos para qué, le contamos cuál es la enfermedad que necesitamos curar y esa planta cambiará su energía para poder ayudarnos.
Las plantas son nuestras hermanas verdes y estuvieron antes que nosotros, vinieron antes, Dios las puso antes para poder ayudarnos, la planta es familia, son nuestras hermanas”, así remarca apasionada tal como es, se hace sentir y convence.
Rescató la participación de los jóvenes, “somos muchos los que estamos en este camino, pero también se lo debemos a nuestros jóvenes que se van lejos y están volviendo a las chacras porque se dan cuenta que en la chacra está la vida, en la tierra; le debemos también a las escuelas EFA que en su currícula tienen una materia que es plantas medicinales. Los jóvenes vuelven para reclamar a una vida sana, su derecho a su herencia ancestral”.
Hace 35 años que Elsa tomó este camino, o lo recuperó, como volviendo a la fuente porque es nieta e hija de curanderos, pero estudiaba ingeniería en informática en Buenos Aires, pero al regresar para instalarse con su esposo e hijos en Eldorado cambió el rumbo. Conoció a la hermana Leonita, recorrió el país estudiando no solamente sobre las plantas y todo eso despertó lo que había heredado, despertó a la curandera dormida.
Hoy Elsa tiene sus productos naturales “Del Alma Mía”, prepara tinturas madres (extracto hidroalcohólico de una planta” y podemos encontrarla con su puesto los días de ferias, en la plaza central de Eldorado.
Un despliegue de tintes con sus referencias y prácticamente, las plantas lo curan todo.
Del libro y otras cuestiones verdes
Algo que es para tener en cuenta es que “las tinturas madres tienen carácter de auxiliares sintomáticos, por lo que no reemplazan a lo indicado por el médico en el tratamiento de una enfermedad. Recomienda consultar con el médico e informarle si está usando alguna hierba.
Elsa explica que “las curanderas curamos con la hierbas, con las manos, curamos con el oído (escuchando) y curamos con la palabra. Se ha desvalorizado eso con el tiempo, pero por suerte está cambiando, el ser humano se dio cuenta que necesitamos algo más que la medicina famacológica, el mundo está cambiando.
No está mal ir al médico, digo que podemos complementarnos, que podemos ayudarnos, porque los seres humanos necesitamos de la medicina viva, de la planta para sobrevivir, necesitamos de la energía del viento, del agua limpia, de la tierra sin pesticidas”.