En pocas horas los argentinos sabremos la inflación de agosto, “el peor mes de los últimos 25 años”, en palabras del ministro y candidato Sergio Massa.
Claro que lo que el Instituto Nacional de Estadística y Censos pondrá hoy en cifras oficiales, es información “vieja” e incluso algo irreal para los argentinos que nos fuimos volviendo expertos en manejo de precios y distribución estratégica de pesos.
Es común por estas horas encontrar recambio de valores en las góndolas casi a diario y también lo es escuchar a comerciantes excusarse en ello al momento de cobrar la compra.
Pero por más común que sea para los que dejaron de mirar primeras marcas para resignarse a segundas o terceras, no deja de ser brutal que la inflación alcance los niveles que alcanza en Argentina en los últimos años.
Acostumbrarse a ello implica dar por perdida la batalla de la equidad y admitir que, bajo el sistema vigente (el democrático, el único posible) lo único que nos queda es siempre optar por lo menos peor. Ese escenario es incluso más preocupante que el actual.