Promediando el cierre financiero de una semana compleja, el Gobierno dio a conocer el índice de inflación de septiembre con evidentes malas noticias para sí mismo en particular y para la sociedad en general. La presión que los alimentos y bebidas no alcohólicas ejercieron en todo el país, aunque con mayor énfasis en la región más pobre, augura el crecimiento de ese flagelo por estas latitudes.
En cuanto a la macro, tras conocerse ayer el IPC de septiembre y luego de dos meses de mantener inalterada la renta de los depósitos bancarios, la autoridad monetaria incrementó 27 puntos porcentuales la tasa nominal anual hasta el 145%. De esta forma el plazo fijo tradicional pasará a pagar 11,9% cada treinta días, período mínimo de encaje que requiere este instrumento, una cifra que, igualmente, queda por debajo de la línea de la inflación.
Persisten entonces las dudas acerca de si volverá a seguir con renta negativa respecto de los datos que arrojará octubre, empujando a los ahorristas a buscar otros refugios.
Tras una fenomenal corrida cambiaria y ya en la previa a las elecciones presidenciales, la incertidumbre sigue liderando las sensaciones.