Todo lo que vivimos se almacena en campos de energía, son los llamados campos morfogenéticos. Están formados no solo por uno sino por muchos que sienten de la misma forma. Esos campos nos atrapan y pasamos a formar parte de ellos junto con muchos que piensan y sienten de la misma manera.
Muchas veces quedamos atrapados en ellos, les pertenecemos.
Allí queda grabado lo que vivimos y si nos atraen es porque les pertenecemos. Así están los grupos o campos morfogenéticos de la alegría, depresión, ira, del abandono, la soltería.
Cada vez que intentamos hacer un cambio, estos campos nos vuelven a atraer, son como un imán porque durante mucho tiempo todas nuestras decisiones estuvieron enfocadas para seguir perteneciendo a ellos.
Se genera como una cierta lealtad y cuando podemos dar en forma consciente y voluntaria un salto de conciencia, tenemos que hacer una renuncia voluntaria a estos campos limitantes, ya que hasta este momento nos sirvieron y condujeron a través de la limitación al cambio. Es necesario entonces poder percibir ahora, después de la renuncia, el campo de posibilidades, el cual solo se nos despliega cuando hemos concluido nuestra experiencia de limitación.
El campo de posibilidades es el centro vacío donde no hay nada y todo al mismo tiempo.
El dolor y la enfermedad solo están como correctivos de actitudes erróneas, no son un castigo, muchos estamos enfocados en la limitación porque es justamente gracias a ella que nos vemos motivados al cambio y la búsqueda de nuevas posibilidades. Si todavía no podemos modificarlas es que todavía necesitamos completar nuestra experiencia de limitación, siempre agradeciéndola e integrándola ya que en términos energéticos, todo lo que rechazo aumenta todo lo que excluyo incrementa, simplemente para poder ser visto e integrado.
Al honrar, agradecer, entregarnos y completar, recién podemos despedirnos del campo morfogenético limitante al cual pertenecemos.
Lo que rechazo aumenta, lo que acepto se transforma. Somos muchos en cada campo, no estamos ni vamos solos en la evolución. Si uno de nosotros cambia puede generar un espacio de luz y apertura para muchos.
Hoy el cambio es posible, el cambio es para muchos, la conciencia es grupal pero el trabajo interno siempre es individual. Nuestro destino es grupal pero nuestra responsabilidad es individual.
Cada uno de nosotros está hecho por las experiencias sumadas de nuestros antepasados, los cuales pertenecen en grupos a distintos campos morfogenéticos. Cada uno de nosotros pertenece al campo de su sistema familiar, la memoria queda grabada en el campo.
Todo aquello que nuestro sistema necesite para evolucionar lo vamos a tener que vivir para que el sistema tenga más fuerza y pueda dar la energía de evolución a sus descendientes.