El verbo en latín communicare, significa “compartir”, “hacer común”, pone de lleno en evidencia la importancia de la comunicación en la comunidad, los vínculos y por ende la posibilidad de construir la paz.
Me refiero a una paz en acción, a la comunicación inclusiva y participativa, a un diálogo que, a partir del disenso, permita el intercambio de ideas para dar paso a la transformación que se produce cuando dos personas pueden encontrarse en él.
En un momento de “reacción contemporánea” como lo llama Tomás Borovinsky para referirse al fenómeno mundial de las “grandes iras públicas contra el establishment, el orden establecido y la sociedad como la conocemos” que nos muestra sociedades insatisfechas, se impone como urgente la generación de espacios de diálogo para contener y gestionar lo que sea necesario.
Cuando participo de procesos de mediación, facilitación o rondas de diálogo, puedo apreciar el cambio en las personas al sentirse escuchadas, el empoderamiento que les produce como individuos y como comunidad comprender que, como seres humanos, tenemos mucho más en común que diferente.
Ser protagonista de este cambio me impulsa a proponer y buscar estos espacios en los que la comunicación construye vínculos, establece relaciones de cuidado y nos permite tomar conciencia de la interdependencia que tenemos como humanos -entre nosotros y con el ambiente-, trascendiendo ideologías, religiones o nacionalidades.
La importancia de una buena escucha permite al otro sentirse valorado, entendido y aceptado. Se trata de escuchar despojados de nuestros prejuicios, sin estereotipos, desde la aceptación incondicional. Escuchar para entender, no para contestar. Me refiero a esa escucha que nos permite conectar y así generar nuevas formas de legitimidad.
Esa que nos permite captar al verdadero Ser que está allí detrás de los miedos, dolores, enojos, celos, envidias, que nos permite advertir que el que se está expresando de esa manera es el ser que se siente separado de los demás, rechazado, solo, no el Ser pleno de recursos que, en esencia, todos somos y compartimos con todo lo que existe.
Practiquemos en nuestros propios espacios la escucha desde el bien, para que suceda la magia del encuentro y descubrimiento mutuo, camino directo hacia la paz.
Colabora Valeria Fiore – Abogada-Mediadora – IG: valeria_fiore_caceres