Cuando perdonamos aparece una sensación de alivio; logrando el perdón nos sacamos un peso de encima. Pero ¿por qué sabiendo esto no perdonamos? Es más, cargamos en nuestra espalda ese dolor y nos lleva a revivir una y otra vez lo mismo.
Cuando no perdonamos, con el tiempo aparece un sentimiento llamado resentimiento.
Nadie quiere ser resentido, es como una mala palabra, sin embargo es RE-SENTIR, sentir una y otra vez alguna emoción.
Si fuimos engañados o nos mintieron no confiamos, si nos lastimaron físicamente nos protegemos y muchas veces buscaremos hacer pagar a alguien ese dolor que nos provocaron, a veces a gente que no se merece.
El resentimiento no nos permite vivir plenamente, ni amar, ni confiar, ni nada, nos deja así: resentidos, dolidos, enojados con todos. Somos incapaces de mirar adentro, solo vemos a quien nos dañó.
Si pudiéramos mirar la herida, observarla, comprenderla, sentirla y entender que no podemos volver el tiempo atrás, ni un minuto ni un segundo, quizás nos daríamos cuenta cuánto tiempo perdemos en resentir eso que nos lastimó.
Recetas para perdonar y olvidar he leído muchas, para mí la forma de sanar fue poder enfrentar el dolor, hablarlo, enojarme, gritar, sacar afuera lo que sentí en ese momento donde la palabra no salió, donde no pude defenderme y fue así lentamente, donde comenzó un proceso de sanación que aún sigue.
Me gusta la frase de Ignacio Larrañaga que dice: “si supiéramos comprender no haría falta perdonar”, pareciera que está destinado a entender la actitud del que nos provocó dolor.
Pero hoy lo pienso: si pudiera comprenderme no haría falta perdonarme, no estaría enojada conmigo por haber dejado que me lastimen tantas veces, porque eso es lo que sucede, permitimos que nos lastimen.
Hoy podés observarte y preguntarte: “¿me comprendo?, ¿entiendo mi historia?, ¿me doy cuenta que hice lo que pude?”.
Solo nosotros podemos elegir perdonar y liberarnos de esas cargas de enojo que no nos dejan disfrutar, que nos mantienen rígidos y nos alejan del placer de vivir nuestra ¡vida!
Hoy es un buen día para despertar y conocer nuestro interior, ver nuestro dolor, nuestro enojo, resentimiento, mirarlo a la cara darle las gracias y ¡soltarlo!
Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
Whatsapp: 3764-414872