Muchos de los casos de abuso sexual ocurren dentro del seno familiar y este caso ocurrido tiempo atrás en Puerto Piray no fue la excepción. El acusado es un hombre de 41 años que ahora deberá enfrentar un juicio por haber sometido sexualmente a su sobrina.
Por pedido de la Fiscalía a cargo de Héctor Daniel Simon, el juez de Instrucción 1 de Puerto Rico, Leonardo Manuel Balanda Gómez, elevó a juicio el expediente contra el tío de la víctima, quien comenzó a abusarla desde que tenía 8 años. El caso quedó en poder del Tribunal Penal 1 de Eldorado.
En fecha aún a determinarse el encartado irá al banquillo por el delito de “abuso sexual simple, abuso sexual con acceso carnal varios hechos en concurso real y amenazas”. También podría solicitar un juicio abreviado en caso que llegue a un acuerdo con la fiscalía ante el Tribunal.
El sindicado era de profesión albañil y se reserva su nombre para preservar la identidad de la víctima.
La denuncia del caso data de abril del año 2022, luego que la menor que ya tenía 13 años se quebrara en la iglesia a la que asistía y rebelara que era abusada. Cuando la madre presentó la denuncia, agregó que en el año 2020 ya había asistido a la comisaría de Piray a manifestar que su hija había sido manoseada por su tío, pero no le hicieron caso. No le tomaron la denuncia porque se trataba de “una situación familiar”, manifestó.
En el año 2018, cuando la menor tenía entre 8 y 9 años de edad, su tío aprovechó que la madre dormía para llevarla a un monte cercano a una escuela. En esa oportunidad la atacó sexualmente por primera vez.
Un año después hizo lo mismo, pero esa vez interceptó a su sobrina que se dirigía a la escuela para llevarla hacia el mismo lugar que la vez anterior.
Otra situación ocurrió cuando engañándola, le dijo que tenía un regalo para ella pero tenía que acompañarlo a buscar algo a una casa que estaba cerca de un monte. La niña de entonces 10 años tenía que participar de una excursión con su escuela, pero nunca llegó. Cuando la maestra le preguntó a sus compañeros ellos dijeron que la vieron pasar con guardapolvo y mochila puestas. Horas después la maestra y la directora la vieron frente a la escuela y la llamaron. Ella les dijo que había ido a pasear con su tío. Al otro día citaron a la madre y le contaron lo que había pasado.
La progenitora estaba asombrada y dijo que iba hablar a solas con ella. Hasta ese momento la niña no se animaba a contar nada porque estaba bajo amenazas de parte de su abusador.
En su testimonio ante la justicia, la maestra contó que durante ese tiempo vio a su alumna triste, sin ganas de juntarse con sus compañeritos en el recreo, no salía del aula y había tenido muchas faltas ese año, pero nunca le contó qué le pasaba.
En la última ocasión que intentó abusarla sexualmente, el hombre se valió de la ausencia de su hermana (la madre de la niña) en la casa. Mientras los hermanos menores jugaban afuera, él se metió en la habitación y comenzó a manosearla. Ella gritó y otra vez recibió amenazas. Que iba matar a sus hermanos y a su madre si se animaba a contarlo.
Los exámenes médicos y la pericia de Cámara Gesell confirmaron que la menor había sido víctima de violencia sexual.