La plasticidad neuronal es el proceso a través del cual es posible que se generen nuevas conexiones neuronales, luego de lesiones o enfermedades.
Mediante procesos de aprendizaje es posible fijar nuevas conexiones que permiten adoptar nuevos mecanismos de respuesta independientemente de la edad, el contexto ambiental o el estatus social.
Sorprendentemente, la experiencia en la vida adulta puede llevar a una reorganización de los mapas corticales sensitivos y motores. Por ejemplo, se ha demostrado que los músicos adultos que interpretan instrumentos de cuerda que se tocan con los dedos de la mano izquierda (p.ej., el violín) tienen aumentada el área de representación de la mano en la corteza somatosensitiva derecha. Los datos sugieren que es la práctica de la habilidad, más que la tenacidad de la práctica, lo que lleva a la reorganización de la corteza motora.
La Neuroplasticidad comprende varias respuestas, entre ellas degeneración, regeneración, reorganización y recuperación de la función.
Ahora bien, si combinamos en una receta cualquiera, la capacidad que poseemos de neuroplasticidad, más un poco de técnicas pedagógicas y literatura, tal vez resulte en un manjar para desarrollar nuevas conductas que permitan responder distinto a lo que nos pasa siempre. ¿Y cómo?
La propuesta es: unamos lo que propone el pedagogo Ángelo Tonucci, valiéndose de Gabriel García Márquez en su Manual para ser niños (1995), donde postula que, no tiene una base científica sino emocional y se fundan en una premisa improbable: “si a un niño se pone frente a una serie de juguetes, terminará por quedarse con uno que le guste más. Esa preferencia no es casual sino que revela en el niño una vocación y aptitud que tal vez pasarían inadvertidas para sus padres y fatigados maestros. Creo que ambas le vienen de nacimiento, y sería importante identificarlas a tiempo y tomarlas en cuenta para ayudarle a elegir su profesión”.
Si bien Tonucci y Márquez, neurobiólogos, neuropsicólogos y neurocientíficos hablan de lo mismo (neuplasticidad, vocación, elección de la profesión) no podemos negar que elegimos todo el tiempo derivando en venturas y muchas otras veces en desventuras. Proponemos desde Ecosanación un ejercicio, responder las siguientes preguntas:
¿Qué disfruto hacer? ¿Cuál era mi juguete preferido? ¿Cuál era mi juego preferido?
Eso que disfruto ¿cómo se relaciona con la biodiversidad, el mundo económico y político?
¿Cómo se puede transformar en productivo, aprovechable y no contaminante?
¿Qué nombre tiene en la vida cotidiana, en el mundo laboral?
¿Eso que me gusta hacer, puede transformarse en un trabajo (desarrollo de mi vocación) perfecto?
¿Dónde podría trabajar de eso que me gusta hacer?
Acaso ¿no sería válido revisar nuestras elecciones, reconfigurar nuestro día a día más ajustado a nuestra verdadera esencia?
Mgter. Anahí Fleck
Maestrando en Neuropsicología. 0376-154-385152