Admitió conocer a la víctima fatal con un vínculo de relativa amistad, pero negó cualquier tipo de participación en el asesinato y descuartizamiento de Marcos Adalberto Martínez.
“Bin Laden”, Sergio Gastón Ortiz, fue indagado ayer ante el juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor, y su relato apuntó a negar toda relación con el crimen.
La audiencia se concretó en el juzgado de calle Buenos Aires en el centro posadeño y sirvió para que el expolicía provincial y exconvicto sea notificado del hecho que se le imputa provisoriamente como “homicidio agravado por ensañamiento” (delito previsto en el artículo 80, inciso 2, del Código Penal Argentino con única condena: prisión perpetua).
El misionero de 50 años fue trasladado desde la comisaría Décimoprimera, perteneciente a la Unidad Regional X, cerca de las 8 de ayer y allí permaneció hasta las 13 bajo fuerte custodia y acompañado por su abogado defensor, Ramón Moisés Grinhauz.
Si bien pudo haber guardado silencio, sin que ello corresponda presunción alguna en su contra, “Chiquito” Ortiz aceptó declarar pero, de acuerdo a fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, negó todo vínculo con el homicidio y desmembramiento del cuerpo hallado en un departamento de la avenida Juan Manuel Fangio en el complejo habitacional A4, en el sur de esta capital.
Plan a medio terminar
Mientras las pruebas recolectadas hasta el momento, comprometen a “Bin Laden” con el homicidio, la investigación avanza sobre varias hipótesis en cuanto al motivo del hecho. Una de ellas sostiene que el detenido premeditó el crimen y para ello intentó garantizarse el tiempo suficiente para asesinar a su supuesto “ladero” y borrar todos los rastros y pistas posibles, el punto principal: descartar por completo el cadáver, primero descuartizándolo para poder acomodarlo en la heladera de la vivienda de avenida Fangio, propiedad de la víctima, y luego realizar los viajes necesarios para retirar las bolsas con los restos cadavéricos.
El tiempo que habría necesitado también lo pergeñó con un supuesto viaje a Paraguay que le habría comunicado Marcos Martínez, conocido como “El Rengo”, a su pareja. Su ausencia correspondería a problemas con otras personas. Por mensajes de texto o audio u otro medio, “Bin Laden” habría hecho llegar la información a la esposa de la víctima fatal.
Pero el tiempo no le habría resultado su aliado y las circunstancias solo le habrían permitido hacer desaparecer del escenario del crimen, la cabeza, brazos y las piernas desde las rodillas hacia abajo.
Los restos de cuerpo que fue trozado y acomodado a presión en la heladera mediana, se pudrieron por completo, remarcaron las fuentes consultadas y fueron descubiertos hace siete días por un familiar de Martínez que abrió el departamento y dio aviso a la comisaría Décimoprimera.
Tras el hallazgo, se montó la búsqueda del habitual compañero del “Rengo” Martínez. Se trataba nada menos que de Sergio Ortiz, el expolicía considerado como un muchacho “pesado” en cuanto a antecedentes como también a reaccionar con violencia. Investigadores de la Dirección Homicidios lo ubicaron pocas horas después y mantuvieron su seguimiento de cerca.
En un primer momento, el sábado 16 de diciembre cuando decidió abandonar el departamento que habitaba sobre la avenida Lavalle, entre López y Planes y Tambor de Tacuarí y se dirigió hacia el barrio Las Dolores, en una casa de la calle Gandhi a 150 metros de la avenida Cocomarola y a cinco cuadras de Quaranta.

El lunes pasado, durante la siesta, “Chiquito” Ortiz fue rodeado por integrantes de la Dirección Infantería y los pesquisas de Homicidios, quienes no le dieron el menor centímetro ni segundos a intentar escapar.
En los bolsillos del short que tenía puesto, le descubrieron el DNI y una cédula de identidad de Martínez, pero también el detalle que luego se confirmó con un relevamiento en imágenes de redes sociales, tenía puesto el reloj de la víctima, un suntuoso y dorado Skmei Quartz.
Entre los elementos secuestrados en el departamento de A4, se presume que el cuchillo artesanal doble filo de casi 50 centímetros de largo con rastros de sangre, que restará determinarse por cotejo genético si corresponde a Martínez, fue además del instrumento para desmembrarlo con precisión, el arma para quitarle la vida.
Las estudios forenses en la Morgue Judicial realizados el jueves, no pudieron determinar la causa de muerte por el avanzado estado de descomposición de los restos hallados en la heladera.
Una amoladora fue secuestrada en el mismo lugar, pero los peritos de la Dirección Policía Científica y sus pares de la Unidad Regional X, barajan que no habría sido utilizada pese a encontrarla conectada a la electricidad.