Transcurría el mediodía del viernes 17 de enero de 2014 cuando un cabo de la Policía de Misiones de 27 años se quitaba la vida de un disparo en la cabeza, en su propia vivienda, al verse rodeado por colegas que procuraban detenerlo a raíz de una denuncia que lo apuntaba como presunto violador de su sobrina de nueve años.
Todo había comenzado por la mañana en la comisaría seccional Décima, al sur de Posadas, hasta donde la pequeña víctima y su madre llegaron y radicaron una denuncia, en la que apuntaron contra el padre de la menor y un tío, efectivo de la fuerza provincial.
Ante la situación, la Justicia ordenó la detención de los dos presuntos violadores, un hombre de 38 años y el mencionado cabo de Policía, que prestaba servicios en la Dirección de Seguridad de la costanera capitalina.
Fue entonces que un grupo de efectivos procedió a la detención del padre de la víctima, quien no ofreció resistencia y fue alojado en una dependencia policial. Misma suerte debía correr el suboficial de la fuerza, pero todo sería diferente.
Uniformados de la Comisaría de la Mujer de la Unidad Regional X y de la comisaría seccional Sexta, por cuestiones de jurisdicción, llegaron minutos después de las 12:30 a una vivienda emplazada sobre la avenida Zapiola, en la chacra 101.
Los policías llamaron a la puerta, pero nadie atendió. Las puertas y las ventanas estaban totalmente cerradas. Entonces, los uniformados comenzaron a recabar datos con los vecinos, quienes contaron que minutos antes habían escuchado un disparo proveniente del interior del inmueble.
Ante esta situación y las peores sospechas, los encargados del operativo ordenaron ingresar a la vivienda por la fuerza. Así fue como en el interior de una de las habitaciones hallaron el cuerpo sin vida del cabo de 27 años. A un costado se encontraba su arma reglamentaria, una pistola nueve milímetros, apoyada en su mano derecha.
“Hice una macana”
Al saber de la denuncia radicada por la madre de la criatura, el efectivo policial se vio rodeado y presionado por su conciencia. Habría sido entonces que decidió llamar a un familiar cercano, con el que mantuvo un diálogo que reflejaría el resultado final del episodio: “Hice una macana, no sé si irme a la mierda o pegarme un tiro”, habría dicho minutos antes de ser hallado en una habitación de su casa con un disparo en la cabeza y el arma reglamentaria en la mano derecha.