A veces es una amistad, otras un amor, lo cierto es que en algunas ocasiones, personas que en algún momento fueron muy cercanas, por alguna razón, ya no lo son.
Y hasta puede ser que sigamos frecuentándolas, pero notamos que la relación ya no es la misma, o dejamos de verlas, pero nos seguimos preguntando ¿Qué pudo haber pasado? ¿Por qué razón ya no sentimos la cercanía de antes?
Puede que caigamos en la tentación de pensar que es algo que hicimos, y si bien esto es posible, también es cierto que relaciones muy cercanas y fuertes no mueren así de repente, de la noche a la mañana.
Y lo más importante, luchan por no morir, hablan, tratan de lograr un acercamiento, piden disculpas, intentan comprender y perdonar.
Cuando algo que fue ya no lo es, lo más sano es verlo, dejar de intentar tapar una olla con la tapa que no es, solo verlo, agradecerle con amor los momentos compartidos, y dejar ir esas ganas de que todo sea como alguna vez lo fue.
La vida es permanente cambio, y las personas que nos rodean son parte de nuestro cambio y nuestro crecimiento, por tanto, puede ser que en ese cambio interior, no tengamos siempre la misma cercanía o afinidad con todas las personas.
Lo verdaderamente importante es ser auténticos y sinceros, dar todo en una relación, pero entender que para que una relación sea sana, debe haber un dar y recibir que surge de manera natural sin que el que dé espere algo ni el que reciba se sienta en obligaciones.
Es algo natural como el agua que fluye, la sincronización se produce sin buscarla, la espontaneidad está a la orden del día, porque sabemos que seremos aceptados tal cual somos.
Cuando esto deja de pasar y hemos intentado reparar sin resultado, o cuando notamos que alguien con quien nos gustaría tener más cercanía, no siente lo mismo por nosotros, en lugar de empecinarnos en conseguirlo, lo mejor es aceptarlo.
Todo tiene un regalo escondido, hasta esas situaciones que las vivimos como rechazo, lo mejor es agradecerles por enseñarnos que no podemos gustarle a todo el mundo, que lo más valioso no es la cantidad y que las buenas relaciones fluyen naturalmente.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
[email protected]