Por: Juan Carlos Nuñes
El sol entró por mi ventana y con sus tibios brazos mi cara acarició. Abrí los ojos y de un salto salí de la cama y sin quitarme el pijama, corrí hasta la habitación.
Golpeé despacio la puerta. No quería sobresaltarlo.
Pero al escuchar la voz de mi abuelo una sonrisa ganó mi rostro.
-Pasá Gastón… pasá-.
-Hola abu, buen día.
-Buen día Gastón. Vení dame un fuerte abrazo hoy que será más débil que el de mañana, jajajajaj.
Corrí hasta él, lo abracé con todas mis fuerzas, luego corrí las cortinas de la ventana y el sol inundó la pieza.
Lo que más me gustaba de estar ahí aparte de estar con él era ese rincón especial que había. Donde tímidamente asomaba una caja de zapatos. Ése era mi tesoro.
Estaba tan llena esa caja que la tapa no podía cerrar bien. Estaba completita de fotos a un color, marrones, arrugadas, fotos de cuando mi abuelo era joven, cuando hizo “la colimba” vestido de soldado-todos tenían la obligación de hacerla, me contaba.
Fotos de mi mamá cuando más o menos tenía mi edad (era muy parecida a mí), también de mis tíos, primos y de mi abuela- ella, según mi abuelo había partido a un lugar donde no regresaría.-
¿dónde le pregunte?- ese lugar es en el corazón de cada uno de nosotros donde lo ilustramos con los recuerdos. Y las fotos ayudan a eso-.-¿Será por eso que me gusta tanto ésta caja, abu?- claro que sí me respondía-.
De tanto estar mirando las fotos no me di cuenta que mi abuelo se había levantado, y puesto el mejor traje. Sus pelos blancos estaban bien peinados.
-¿Te vas abu?
-Sí Gastón. Ya me tengo que ir. Pero quería decirte que después que veas las fotos, las acomodes en la caja y que te quedes con ellas.
-A… a la caja… ehhh… ¿es para mí?
-Sí. Es nuestro tesoro Gastón.
-Gracias abu.- le dije contento y ansioso a la vez-.
Y él se fue dejando una estela de perfume. “Old Spice” creo que se llama. Y continué mirando las fotos-.
-¡¡ Gastoooón…Gastooón!!!! –escuché la voz de mi madre que me llamaba.
-¡¡ Acá estoy ma…!!!! ¡¡¡ en la pieza del abuelooooo!!!!!
Al rato entró mi madre que me dijo: -vamos Gastón. Ya tenemos que irnos.
-¿A dónde ma?
Ella se acercó a mí me abrazó y tomando una de las fotos del abuelo y llenándose de lágrimas sus ojos, me dijo:
-Al sepelio de tu abuelo.