Golpes, amenazas de muerte, el machete en mano para imponer el mando y la violencia sexual. Las características resumidas del jornalero y changarín del Lote 47 de Mártires que firmó una condena de doce años de prisión efectiva luego de haber abusado durante dos años de una niña de 12 y haberla obligado a parir a los 14.
En audiencia de visu encabezada durante los últimos días de mayo ante el fiscal del Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial, Vladimir Glinka, el tutor o padrastro de la víctima acordó el monto de pena y reconoció su culpa por “abuso sexual con acceso carnal agravado por la convivencia (cantidad de hechos indeterminada), corrupción de menores, amenazas reiteradas, todo en concurso real”.
Todos estos delitos están previstos por el Código Penal Argentino en el artículo 119, tercer párrafo en función del inciso F, y en el 149 Bis, en función del 55.
Este Diario se reserva detalles filiatorios y precisiones mayores de ubicación, para evitar la revictimización de la menor de edad que a los 12 años comenzó a sufrir los abusos del concubino de su madre.
De las síntesis, voces de testigos y protagonistas de los hechos que obran en el expediente y que PRIMERA EDICIÓN pudo tomar conocimiento exclusivo, el sometimiento sexual duró hasta los 14 cuando la víctima quedó embarazada y el abusador la obligó a parir y a callar a todos en su entorno.
Impuso con golpes y amenazas a lo que consideró su “familia”. Blandiendo un machete y pegando planazos a su pareja y a la propia abusada embarazada, logró que no hablaran.
Sin adjetivo que alcance
El hecho más violento se denunció porque el agresor le propinó golpes y dejó lesiones en un oído a la menor, también le dejó marcada la pierna derecha.
Cuando llegó la policía, el ahora condenado tomó su machete y frente a los uniformados la amenazó de muerte. Fue su último episodio hace tres años, ya que fue detenido e imputado.
Mientras tanto, el abusador, seguirá detenido bajo la ejecución penal del jueces integrantes del Tribunal Penal 2, César Antonio Yaya, Gregorio Augusto Busse y Carlos Jorge Giménez.
La víctima hoy es una adolescente madre que puede salir de su casa y relacionarse con el resto de sus familiares y amigos del pueblo. Retomar o iniciar una vida normal, aunque con la niñez arrancada por la violencia física y machista.