Días atrás, los integrantes del taller permanente de la Fiesta Nacional de la Navidad del Litoral que se realiza en la Capital de la Alegría recibieron una de las peores noticias que podían esperar. El 9 de julio en horas de la tarde, Mario José Borovski, uno de sus miembros más antiguos de ese grupo, falleció trágicamente en un accidente de tránsito, por la actitud indolente de un conductor alcoholizado.
La noticia, que se esparció rápidamente por toda la ciudad, dejó enlutados no solo a sus familiares sino también a todos aquellos que se relacionaban con Mario dentro de la comunidad de Leandro N. Alem.
Mario pertenecía al grupo inicial que empezó con las actividades de ornamentación dentro de la fiesta. Con su andar lento pero constante, siempre se lo veía en diferentes partes del parque temático, dispuesto a dar una mano a quien la necesitaba. Además de trabajar en múltiples tareas manuales (pintura, carpintería, reparación de esculturas, entre otras) también se encargaba de cuidar a las ovejas que están en el predio y que siempre requieren cuidados especiales.
Entre tantas charlas que se gestaban entre los integrantes, en alguna oportunidad Mario contó que “este año tuvimos varios nacimientos en nuestro rebaño” y que a veces pasaban cosas insólitas, “como es el caso de una madre que no amamantaba a su cordero y al que criamos en base a una mamadera. Nos turnábamos cada cuatro horas para darle la leche, para que la ovejita pudiera vivir. Me tocó ser partero y muchas veces curarlas cuando se enfermaban. Las ovejas son parte de la fiesta y las cuidamos con mucho amor y dedicación”.
“Mario fue uno de los integrantes más antiguos de nuestro taller y desde los inicios del mismo estuvo comprometido de manera incondicional en cada una de las labores que le tocó desarrollar”.
Durante este año, Mario estaba abocado a la tarea de reparar muchas de las esculturas y adornos que se habían roto a raíz del tornado que azotó a la ciudad de Leandro N. Alem en diciembre pasado y que causó muchas pérdidas materiales para esta reconocida fiesta. Dentro de su sector se lo veía siempre entusiasmado haciendo cartapesta o pintando todo aquello que había que reparar. De fondo siempre había buena música y como compañía infaltable, un mate humeante cerca de sus herramientas. Hoy ese espacio está vacío, pero seguramente su espíritu optimista, sus largas charlas y su amor incondicional por esta gran fiesta, será el legado que todos aquellos que lo conocieron, atesorarán para siempre en sus corazones.
Su partida deja a todos los integrantes con una sensación de tristeza profunda, pero “con el consuelo que nos trae la fe de aquel en el que hemos creído y por el cual hemos trabajado tantos años para divulgar su palabra a través de esta fiesta. Mario querido, Dios te recibió en sus brazos y al igual que vos cuidabas de las ovejas en nuestro parque temático, él cuidará de vos como el buen pastor que es. ¡Te queremos y te vamos a extrañar!”.
Por Marcelo Dacher