Cuando quiero tener todo bajo control, mi cuerpo se tensa, dejo de disfrutar porque aparece el miedo. Ahí resuena en mi mente una frase que me digo internamente: “¡Anímate a vivir!”.
Parece tan fácil, tan obvio. Ya que a eso vinimos a la vida: a vivir. Sin embargo, en lo cotidiano no es así.
El miedo nos hace creer que debemos protegernos de todo posible riesgo, el miedo nos dice que debemos erradicar la incertidumbre de nuestra vida, que debemos controlar todo y así dejamos de vivir y comenzamos a sobrevivir.
Vivimos en una sociedad del miedo y eso nos confunde. Cuando la ansiedad aparece, nuestra mente, alma y cuerpo se quedan atrapados por esta emoción intensa sin poder sentir, percibir y pensar claramente.
Como buscamos certidumbre, que no la hay porque en la vida nadie sabe qué va a pasar, dejamos de reflexionar y vivimos pensando en qué hacer por las dudas llegue a nuestra vida eso a lo que tenemos miedo.
Si miramos las noticias solo vemos accidentes, muerte, robos, dolor, pérdidas. Todas esas noticias nos afectan internamente, porque nos muestran al mundo como un lugar caótico, donde hay que cuidarse.
Nuestra mente interpreta eso y nos tensiona, la tensión genera miedo enojo y entramos en un círculo vicioso que es muy difícil de salir.
Por miedo dejamos de vivir
Le hemos creído al miedo, necesitamos certidumbre, obtener garantías, necesitamos eliminar los riesgos que llevan a vivir. Sin darnos cuenta que eso nos roba la vida.
Nos hemos peleado con la inseguridad, no nos animamos a dar ese salto de fe, que es necesario dar para confiar.
Si nos han mentido, ofendido, abusado, aceptemos lo que nos pasó, pero no dejemos que eso no nos permita confiar, no todas las personas son iguales.
Es más, podemos pensar si confiamos en nosotros: “¿Por qué tenemos tanto miedo si nos tenemos a nosotros mismos?”.
¿Por qué darle tanto poder a lo que dicen los demás si puedo escucharme y confiar en mi verdad? Hoy podemos animarnos a afrontar los “riesgos”, probá qué se siente vivir unas horas sin estar pensando en el futuro. Observa cómo cambia tu estado de ánimo, aparecen las ganas, la energía de nuestro cuerpo se eleva. Podemos aceptar el miedo como parte de la vida, ya que es una emoción y siempre va a estar, pero no dejemos que maneje nuestra vida y no nos deje hacer lo que vinimos a hacer que es: ¡Experimentar y vivir!
Cada vez que tu mente te distraiga con pensamientos negativos, anímate a ver todo lo que hiciste hasta ahora, recordá cuántas cosas salieron bien sin planear, sin controlar. Anímate hoy a respirar, a conectar con tu cuerpo, eso va a ayudarte a sentir tu corazón que late sin que hagas nada.
Anímate a correr riesgos, hacé ese viaje, llamá a esa persona, pedí perdón, buscá ese trabajo, abrazá a quien amas por más que estés enojado. Hacéte amigo de la incertidumbre, renunciá a tu necesidad de control, abrázate mucho y a pesar del miedo anímate a vivir.
Bendiciones.
Prof. Paula Vogel
Gimnasia para el Alma.
Whatsapp: 3764-414872