Llega el 1º de agosto y como indica la tradición, hay que tener lista la caña con ruda, beber tres sorbos y así ahuyentar los males del invierno. El brebaje ya preparado tuvo un significativo aumento en su costo si se lo compara con el año pasado, entre tres y siete veces más, situándose entre 1.150 y 2.000 pesos en la capital provincial.
Los puestos del Mercado Modelo La Placita y las góndolas de una tradicional cadena de supermercados, son los principales sitios en los cuales la venta de la caña con ruda comenzó desde hace varios días aunque “no en la misma cantidad que años anteriores”, según afirman empleados y puesteros consultados por este Medio, aunque se esperanzan en que los compradores “se acuerden a última hora” de conseguir el popular brebaje.
Las “petacas” de 200 ml, conteniendo la caña con ruda de industria paraguaya, “cuestan cada una 1.500 pesos, el año pasado estaban en 300 pesos pero todo se va incrementando y ahora se fijó en ese valor donde el margen de ganancia no es tanto pero es el precio al que nos baja el distribuidor. Nos sirve vender aunque no ganemos tanto porque la gente viene a comprar eso y muchas veces lleva otra cosa más, algún yuyo, un maní u otra bebida”, indicó el puestero Juan Domínguez a PRIMERA EDICIÓN.
Agregó que “también tenemos la otra botellita de caña con ruda, de 450 ml, en dos mil pesos. Lo que vemos es que con el paso de los años se fue aplacando esta tradición, son por lo general las personas mayores las que vienen a comprar o bien envían a su hijos o nietos”.
La caña de producción local, que también ofrece el preparado, se comercializa a 1.150 pesos (estaba a 350 pesos en agosto de 2023). “Es una cuestión de gustos, para algunos clientes es más perfumada la caña local que la de industria paraguaya y les gusta así pero a otros no. Después están los que directamente compran una botella de caña o de whisky, le agregan la ruda unos días antes y la dejan reposar para después invitar”, apuntó Juana Ledesma.
Uno de los compradores de la caña con ruda, Elías Rodríguez, aclaró a PRIMERA que “no tomo alcohol pero siempre cada 1º de agosto hago una excepción para cumplir con la tradición que me transmitió mi padre y hoy la continúo, incluso con mi hijo, mi señora y familiares”.
Resaltó que “la pura, la real caña es la transparente no tiene que tener color. Tienen que ser tres tragos para pasar el invierno y hasta ahora me fue bien porque no me enfermo, no me engripo y tampoco tuve COVID”.