Tener voz y poder usarla para el bien personal y colectivo implica conocer sobre aquello que queremos pronunciarnos. De lo contrario, los sonidos que emitiremos tal vez ni siquiera hagan eco en las historias de la humanidad, por eso hasta cuando se difama con conocimiento, éste trasciende, ineludiblemente hay que saber o creer que sabemos sobre aquello que hablamos.
El lenguaje, comúnmente se expresa por la palabra y por la escritura. Aunque traducen una capacidad específica y selectivamente humana, los mensajes lingüísticos se expresan al mundo utilizando vías y ejecutores no especializados. Los ejecutores son los músculos del miembro superior que permiten escribir, pero la escritura es solamente una actividad motora entre otras y solo una mayor “destreza” separa la capacidad de escritura de una mano dominante, de la de mano no dominante o de la boca que sujeta un lápiz, como lo vemos en las personas con limitaciones motoras.
Además, los músculos bucofonatorios, nos permiten hablar, a esto se suman la tráquea que conduce el aire, el velo del paladar, la lengua y las fosas nasales. A su vez la palabra puede expresarse con gestos utilizando el lenguaje de los signos. Intervienen a esto las vías motoras no especializadas formadas por el sistema piramidal, extrapiramidal y cerebelosas. Cualquier lesión en dichas áreas interrumpiría la capacidad de escribir y hablar, que una vez descubierto se denominaran afasias y se relacionaran con los trastornos de la palabra y la voz específicamente.
Las afasias designan las desorganizaciones del lenguaje pudiendo afectar su polo expresivo como receptivo, aspectos orales y escritos, y en relación con una lesión de las áreas cerebrales especializadas en las funciones lingüísticas.
Las afasias pueden tener incidencia en la adquisición del lenguaje del niño, retrasos en el lenguaje como disfasias y dislexias durante el desarrollo y alteraciones en el discurso afectando la coherencia como se observa en patologías psicóticas y trastornos de la personalidad, por ejemplo.
Desde el equipo de ecosanación y neuropsicología, trabajando con las especies vegetales leñosas y percibiendo el campo morfogenético de María preta (Cordia curassavica), derivamos en el uso de la misma para trabajar conscientemente estos aspectos, aún en etapa experimental logramos ver que María preta puede marcar la diferencia entre hablar y no hablar, tener voz e identificación, remembrar, recordar, revivir o resentir y callar. Las diferencias entre pronunciarnos y no hacerlo podrían derivar en obstrucciones mayores, no solo del habla, pues ahí recién empieza la limitación.
La reclusión y dificultades relacionadas con la voz se manifiestan en disfonías, en el habla con disartrias, en el lenguaje con afasias y en el discurso con trastornos de la pragmática.
La palabra se constituye en el medio para expresarnos. Ideas, sentimientos, emociones, avisos. Con ello logramos mostrarnos.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología.
0376-154-385152