El agua no solo nos da la vida, es el origen de la vida. Como siempre se la asoció con la vida, la fertilidad y la purificación, hablaremos de su poder energético, emocional y espiritual para poder incorporar más datos que nos despierte el valor que tiene en la vida del ser humano y de todos los seres vivientes.
Se la relaciona con la madre porque nacemos del vientre acuoso, allí es donde nos desarrollamos y porque es la fuente primigenia de la vida del planeta. Sabemos que somos 70% agua, es canalizadora de emociones y sentimientos, los programas que viajan en nuestras células lo hacen en un medio acuoso. Por eso está relacionada con nuestro mundo de las emociones y los sentimientos.
Estamos hablando de amor, cuidado, protección y cariño que se vinculan con el sentir, lo afectivo y lo introspectivo. Cuando decimos inmersos en un mar de “lágrimas”, “emociones” y otras expresiones, nos refieren a ese ir hacia adentro, bucear en las profundidades de nuestro ser.
Saber que el agua viaja o se mueve dentro nuestro sintiendo lo que sentimos es lo que nos explica por qué cuando vivimos experiencias fuertes las sentimos en todo el cuerpo. Trabajar con el agua es saber identificar y expresar nuestras emociones y sentimientos.
Es que el agua tiene la capacidad de configurar su geometría en función de los elementos que están en ella y de todo lo que entra en contacto con ella, es decir, el agua guarda la memoria, guarda la información, la frecuencia y la energía de todo aquello que entra en contacto con ella. Por eso hay que tener en cuenta que cuando se trabaja con emociones fuertes no tomar agua pura porque estará fijando esa información que estamos tratando de sacar de nuestros registros.
Cuando hacemos un trabajo de cambio de programas, de creencias o de sanación, lo ideal es ingerir infusiones de alguna hierba como la manzanilla o en nuestro caso, tomar mate es una opción sanadora.
Piensen, recuerden que cuando las abuelas o las madres te ofrecen un tecito de manzanilla cuando estás triste o pasando por un momento difícil, es por ese motivo. Si bien ellas recurrían a su conocimiento original, nosotros hoy entendemos por qué de manera científicamente comprobada.
Una vez que estamos recuperados, entonces tomar mucha agua nos llena de vitalidad, energía y actúa de purificación. De forma externa darnos duchas conscientes serán para limpiar, retirar y llevarse todo lo que emocionalmente nos está frenando. Cuidar el agua es cuidar nuestra fuente más preciada de la vida.
Cómo utilizar el agua para canalizar las emociones: Fue Masaru Emoto quien descubrió cómo afectan las palabras a la composición del agua. Las moléculas se volvían turbias al exponerla a palabras feas, dañinas, agresivas. Si eso lo trasladamos a nuestra vida cotidiana entenderemos cómo nos afectan en el cuerpo.
Como somos agua, nuestra fuente de vida se enturbiará con pensamientos, sentimientos y palabras feas. En cambio, estaremos más purificados con las palabras buenas. El ejercicio de colocar palabras como amor y alegría a una botella, dejarla reposar y luego tomar, nos ayudará a reemplazar nuestro interior. También el agua responde a los números, que podemos colocar en la botella, siempre de vidrio, un número como 1888948 para sentirnos mejor cuando estamos con pensamientos negativos.
Rosanna Toraglio
Periodista de
Primera Edición