El comportamiento, entre otros centros de origen, tiene base en el pensamiento o la carencia de éste. La historia del pensamiento seguramente revela líneas de tiempo marcadas por cuestionadores natos como Heidegger, quien introduce el término Dasein (ser ahí), para referirse al ser humano en su modo de existir en un mundo implicado en contextos de relaciones sociales que en juegos Foulcanianos del posestructuralismo emiten falacias acerca de cómo nos comportamos.
Los juegos de poder sociales e institucionales que nos habilitan y también condicionan en la vida, que sigue, y además tiene hambre, tiene frío y quiere más.
Cuando queremos más surgen ideas acerca de cómo conseguir aquello que nos interesa y cómo dejar de lado lo que no. De ahí la importancia de trabajar las ideas y desarrollar el sentido de identidad, sino, ante el propender a un genocidio al que diariamente está expuesta nuestra personalidad, donde miles de pensamientos mueren de inanición, sin nombre, sin zapatos, sin tumba. Resulta mordaz el objetivo mundial de hambre cero. ¿Se refiere a la necesidad de alimentar nuestras ideas, pensamientos y ocurrencias? Seremos menos proveedores sin el sesgo de la voluntad.
Desarrollar la identidad soporta todo tipo de trato, parece que pide incluso desaciertos, mal sabores ¿pide, o se acostumbra, o peor aún, no creemos que hay otras formas?
¿A qué nos estamos acostumbrando? Los arroyos cristalinos, los árboles altos y frondosos, los ojos limpios y bien abiertos corriendo por la selva que deja que pasemos, como rayos de luz.
Los puntos de luz en la mente de Dios que Bailey describió se reúnen en una constelación donde estrellas con luz propia como Foucault con las biopolíticas y las tecnologías del yo, donde Kant con la filosofía crítica de la razón pura y la conformación del mundo en función de lo que la mente y el entendimiento conoce. Donde en unos 200 años fueron y vinieron análisis y análisis de análisis cuando Lacan repiensa a Freud y el simbolismo, el inconsciente y el lenguaje son tan estructurados como podamos imaginar.
Las relaciones de poder y conocimiento influyen tanto como las tecnologías sobre la comprensión del ser, sin embargo, ¿la tecnología “que todo lo resuelve”, habilita a indagar sobre el ser ahí? ¿Conduce a la descentralización del sujeto o nos posiciona en un presente constante?
La construcción histórica y cultural de la cual deriva nuestra personalidad e identidad yace en este presente constante, como el aleteo que sostiene el vuelo, que requiere energía, hálito de vida.
Desde ecosanación te proponemos indagar: ¿cuál es el esfuerzo que realizas para sostenerte el vuelo?, para responder tal vez puedas observar el vuelo de los pájaros, mirar un poco, convertirnos en el vuelo, en el aire, en el corazón que bombea la sangre que da la fuerza para sostenernos. Estamos en contacto.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152