Cuando me contactan para que “adiestre” un cachorro mi respuesta siempre es la misma, la obediencia no forma parte de las prioridades en la educación del retoño. Lo imprescindible es que crezcan seguros de sí mismos, confiando en nosotros y que experimenten y exploren distintos entornos, interactúen con distintos animales, objetos y personas y que crezcan confiados y felices.
No debemos concentrarnos en premiar o castigar (esto último no debemos hacerlo NUNCA) al cachorro, lo ideal es centrar nuestros esfuerzos en que no suceda lo que no queremos, de esa manera no lo aprende.
Si no queremos que revuelva el tacho de basura, no lo dejemos expuesto y mucho menos abierto para que le provoque hurgar dentro.
Surge entonces la pregunta de cuándo empezar a sacarlo a la calle para que aprenda a integrarse e interactuar más allá del entorno doméstico. La prevención de contagios impone que el cachorro salga a la calle cuando tiene el plan de vacunación completo, dato que te proveerá el veterinario.
Sin embargo, existe un intermedio entre prevenir y no descuidar la importancia de la socialización ya que los cachorros necesitan conocer entornos, personas, objetos y otros perros. Por eso está bueno que el cachorro salga a la calle en paseos breves y por lugares donde la probabilidad de contagio sea muy baja, no llevarle a parques o lugares muy transitados por otros perros o, en última instancia y si el tamaño del cachorro lo permite, sacarlo a pasear en andas.
Laura Kuperman
Educadora Canina.
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