Desde siempre, el corazón es el órgano del cuerpo más valorado, no solo porque sus latidos nos hablan de la vida sino también porque su presencia nos relaciona con el amor.
Es que este órgano soporta gratamente los momentos de felicidad, las muestras de cariño, el amor en su expresión más amplia y el placer. Pero tiene grandes debilidades, pues no tolera las situaciones de enojo, las pérdidas, los dolores emocionales, tampoco enojos ni resentimientos, estos pueden hasta causar la muerte del ser humano, pues dejaría de latir si el shock vivido fuera muy traumático.
En el año 2000, la Federación Mundial del Corazón con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) designaron el 29 de septiembre como Día Mundial del Corazón, para concienciar sobre las enfermedades cardiovasculares, su prevención, control y tratamiento. Lo hicieron porque las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo.
Hasta acá todo lo dicho no resulta de una gran novedad y dirán: “sí, ya sé que me tengo que cuidar”.
Pero si bien es cierto que una buena alimentación, sumada a actividades físicas contribuyen a ese “cuidado”, los nuevos descubrimientos de la ciencia nos llevan a mirar a este órgano desde otra perspectiva y entenderlo aún más.
Las conexiones: Antes, las acciones llevadas por los sentimientos emanados del corazón eran las típicas justificaciones de los errores cometidos y se sugería no “pensar con el corazón sino con la razón”.
Ahora, un gran grupo de biólogos, neurólogos y científicos de la física cuántica aseguran que el corazón está dotado de neuronas, como el cerebro, y son las llamadas neuritas.
Se trata de células especializadas en recibir y transmitir información eléctrica que permiten la comunicación entre el corazón y el cerebro, influyendo en nuestras percepciones y respuestas emocionales.
Ante lo expuesto podemos decir que el corazón es la antena del cuerpo y hasta se asevera que es el campo magnético más potente que tenemos los seres humanos.
El corazón genera un campo electromagnético potente que puede variar según nuestro estado emocional, puede expandirse y aumentar su frecuencia logrando que las ondas electromagnéticas afecten nuestro campo cuántico y así generar grandes cambios en nuestra vida.
Su capacidad de acción es la que puede bajar los niveles de estrés con solo lograr su conexión con el cerebro. En tan solo unos minutos podemos equilibrar y lograr lo que los científicos llaman coherencia cardíaca.
Más poder del que creemos: Ese órgano al que hoy le prestamos especial atención tiene un poder que va más allá de todo lo que pensamos. Al alinear nuestro corazón y nuestro cerebro podemos acceder a un mayor nivel de conciencia, mejorar nuestra salud y bienestar, y manifestar nuestros deseos de manera más efectiva.
Como tiene su propia red neural compleja, puede actuar independientemente para recordar, tomar decisiones e incluso sentir y percibir. Al comunicarse con cerebro y el cuerpo lo hace bioquímicamente a través de las hormonas que produce.
Todas las emociones se reflejan en nuestro ritmo cardíaco y aprender a escucharlas nos da infinitas posibilidades de crear lo que deseamos para nosotros.
El corazón es el que nos permite desarrollar nuestra intuición, saber qué caminos tomar para ser felices sin equivocarnos. Al tener coherencia cardíaca atraeremos personas con esa misma calibración, que nos lleva a sentir paz, ser más saludables y convertirnos en personas amorosamente invencibles.
Bastará con este ejercicio en uno, dos, tres minutos: Los campos magnéticos del corazón nos llevan a ser más perceptivos de nuestro mundo interior.
Cuando estamos irritados, cuando algo nos tiene preocupados, si queremos una respuesta a una situación, si necesitamos tomar una decisión, entonces necesitamos ponernos en acción.
Hagamos este ejercicio: cerrar los ojos, hacer tres respiraciones profundas exhalando lentamente.
Mientras lo hacemos llevamos una mano al corazón, sintiendo los latidos, dejando que la energía de la mano conecte con la energía que emana del corazón. Desde la imaginación iremos al corazón; nos dejaremos estar en la seguridad que nos genera, respiramos normalmente y la coherencia cardíaca nos hablará de lo que sabe que es mejor. Podemos repetir este ejercicio tres veces al día.
Por Rosanna Toraglio
Periodista de Primera Edición