Si recordamos en notas anteriores ya hemos desarrollado el concepto de campos mórficos surgido en la década del ‘20 de manos de embriólogos que explicaban cómo los órganos de cualquier organismo en gestación van tomando forma; definición según su especie y de acuerdo a la señal que los definen. En la década del ‘80 Rupert Sheldrake toma esta idea y expone que son estos mismos campos mórficos, resultado de las interacciones de los componentes moleculares que nos constituyen, los que definen el comportamiento de nuestra y de todas las especies, además son los que explican otros fenómenos como la telepatía, la intuición y cosas relacionadas.
Rupert hoy en día es una de las 100 personas más influyentes del mundo de acuerdo con la revista Foberts (Fortuna) junto a numerosas figuras que desafían y promueven nuevos paradigmas en el pensamiento y en el proceder.
Si es así, el campo mórfico de las especies vegetales influye en nosotros y nosotros en ellas, solo que ellas, si se encuentran en espacios conservados, sanos ambientalmente, contienen una energía equilibrada con su ciclo de vida, además del equilibrio que resguarda eso, con el sistema solar.
En esta época, finales de invierno y principio de primavera, el llantén (Plantago sp.) y el taropé (Dorstenia sp.) están en flor, dos especies silvestres con propiedades medicinales conocidas y propiedades homeopáticas.
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Lo interesante es que ambas estén ahora ocupando el suelo, al salir del invierno, tras el estrés térmico e hídrico florecen, dando oportunidad al revivir, limpiando restos de cansancio. ¿Cómo sería eso?, combinar a las dos invita a la reflexión que tras la temporada de bajas temperaturas es necesario activar mecanismos que repongan la energía. De eso se trata florecer, en biología, en psicomagia, en alquimia, en cocinas y patios todo tiene su idioma para explicarse, pero lo cierto es que cuando salimos de un período donde nuestro carácter se puso a prueba, es necesario encomendar tareas de restauración de la especie, de la población, de las comunidades. Eso significa descansar y liberar lastres. Prepararnos y florecer.
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Pero cuidado, que las flores de llantén y taropé nos muestran una contracara poco ortodoxa, una vara verde con apenas unos pétalos blanquecinos verdosos para llantén, un cáliz verdoso oscuro para taropé. Flores que muestran otras maneras de florecer lejos de los colores vivos y los perfumes fuertes, dedicadas a misteriosos polinizadores. Pero sí, organismos que perpetúan la especie sin problemas.
Otras maneras de florecer, reponernos, avanzar es ser nosotros mismos sin presión de cómo debe ser. Como siempre recomendamos en Ecosanación, acércate a las especies, cultívalas, vivéncialas y cuéntanos tu experiencia.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152