En este mundo somos millones de millones de personas, cada una con su historia, que parecen independientes, pero muchas veces están conectadas.
Cada uno de nosotros tenemos la mirada desde nuestro lugar, desde lo que nos pasa, desde lo que nos duele, o lo que nos hace felices, pero no vemos el dibujo completo, solo vemos una parte de la historia.
Cuando una situación difícil aparece en nuestro camino, a veces podemos verla como injusta, podemos sentirnos frustrados porque se presentó, aunque hicimos a nuestro criterio, todas las cosas bien. Cuando esto sucede tendemos a preguntarnos: ¿Por qué a mí? o sentir impotencia o tristeza ante esta situación que llega en forma inesperada, y es en esos momentos cuando más tenemos que recordar que solo vemos “una parte de la historia”.
Cada situación, cada acontecimiento, encierra un aprendizaje, si nos abrimos a la aceptación en vez del rechazo. Una discusión, siempre tiene dos partes, y muchas veces resulta difícil entender la postura del otro, si solo vemos una parte de la historia.
Aprender y recordar que solo vemos una parte de la historia nos dará la fuerza ante una situación difícil para poder preguntarnos: ¿Qué vino a enseñarme esto? en lugar de decirnos: ¿Por qué a mí?
Tener presente que solo vemos una parte de la historia nos ayuda a tratar de ponernos en el lugar del otro al momento de una pelea, para poder comprender su postura.
Estamos acostumbrados a emitir juicios sobre situaciones que nos pasan, o sobre personas que están a nuestro alrededor, basados solo en lo que estamos viendo, que es solo una visión parcial, no es el todo. Entender que solo vemos una parte de la historia nos regala la posibilidad de perdonar a quienes nos han herido, porque comprendemos que ellos actúan desde su propio dolor.
Ser conscientes que solo vemos una parte de la historia, llena nuestro corazón de compasión y aceptación, y nos ayuda a superar cualquier dificultad que se presente.
Natalia Moyano
Contadora con corazón de escritora
[email protected]