Pasaron ya 111 años de aquel 18 de octubre en que el puerto posadeño se vistió de gala para recibir a “Exequiel Ramos Mejía” y “Roque Sáenz Peña”, los ferrobarcos que hasta 1990 formarían parte de la vida diaria de la región, historia que no debe ser olvidada y merece que estos “gigantes del río” logren su puesta en valor.
La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos detalla que estas naves “gemelas” fueron utilizadas para realizar el cruce entre el puerto ubicado en lo que era la “Laguna San José”, en Posadas, y Pacú Cuá, en Encarnación (Paraguay).
El servicio, “inaugurado el 18 de octubre de 1913”, unía Buenos Aires con Asunción y demoraba 47 horas. Entre Posadas y Buenos Aires transcurrían 36 horas de ferrocarril y luego 11 horas más desde Posadas hasta Asunción.
“Crónica Ferroviaria” detalla que “en 1913 llegaron a Argentina nueve ferrobarcos. Siete tuvieron como destino Entre Ríos y dejaron de funcionar en 1978, con la construcción del puente Zárate-Brazo Largo. Todos fueron desmantelados”. Las otras dos embarcaciones fueron asignadas a Misiones. “La función de estos ferrys fue cruzar trenes de pasajeros y de carga de Posadas a Encarnación”, apunta.
Fueron construidos en 1911, en Glasgow, Escocia, especialmente para ser usadas en el río Paraná, en aguas proco profundas. Para llegar a Argentina, atravesaron el océano Atlántico a remolque, en lo que constituyó una experiencia particular de estas naves gemelas.
La recopilación documental de todo lo realizado para lograr la permanencia de los Ferrys “Exequiel Ramos Mejía” y “Presidente Roque Saenz Peña” en Misiones desde que cesaran en servicio el 9 de marzo de 1990 hasta la fecha, realizado por Daniel Maximiliano Correa y Analía Colazo, a partir de material recopilado en el Archivo Histórico de la Municipalidad de Posadas, a cargo de la licenciada en Historia Silvia Gómez, y de distintos informes, que se suman a hechos vividos por integrantes de la Fundación FCNEA, da cuenta del valor que supieron tener y la deuda con la historia que tiene la provincia.
La Última Tripulación
Vicente Arzamendia fue el último capitán de los ferrys, siendo secundado por Bernardino Arce, como baqueano y Desiderio Ramírez, contramaestre. El jefe de Máquinas era Ovidio Romero, mientras se desempeñaban como tripulantes de cubierta, Sulpicio Zamudio, Héctor Luis Martínez, Magna Rotela, Felipe Pucheta y Carlos Aníbal y Jorge Rotela, respectivamente.
Dos nombres son inseparables en los ferrys, Sixto Ramón Colazo y el arquitecto Polaco Aguilar, ambos fallecidos y fundadores de Los Ferroaficionados.
Sixto fue durante 43 años representante del ferrocarril, jefe de zona desde Posadas hasta Monte Caseros (Corrientes) y disponía todo el servicio operativo tanto de los ferrys como de los ferrocarriles. Su hija Analía, es quien hoy continúa su lucha.
“Creo que si mi papá hoy viera el estado en el que están los ferrys se pondría muy triste. Cuando falleció, le prometí que iba a seguir. Lo vi poniendo su jubilación, viajar para que vuelva el tren y el ferry, ir y venir con sus 70 y pico de años. Y lo hacía por amor, porque no ganaba un peso. Su lucha no tiene que ser en vano”, aseguró Analía.
Narciso Aguilar tuvo un rol protagónico en la vida de los ferrys. Fue el presidente de la Asociación de Ferroaficionados, director de espacios públicos de la Municipalidad y gran protector de los ferrys. Su hijo Miguel Ángel Aguilar dijo en su momento que “los ferrys se murieron con mi papá”.
Los gigantes del Paraná
Los ferrobarcos Exequiel Ramos Mejía y Roque Sáenz Peña llegaban a desarrollar 12 nudos de velocidad horaria, unos 14 kilómetros por hora, poseían capacidad y espacio para soportar hasta 382 toneladas con ocho vagones cargados o diez vacíos. Su combustible era el durmiente de quebracho y urunday, ocupaban cerca 4,30 toneladas diarias cada uno.
Entre abril y julio se hacían hasta 18 viajes por día por la temporada de soja.
Las ventajas que brindaban al pasajero eran innegables, se compraba el boleto en Buenos Aires y se podía viajar hasta Asunción. Desde la capital argentina se tomaba el ferrocarril General Urquiza, con el cual se llegaba hasta Posadas y con la ayuda del ferry se cruzaba el río Paraná, todo incluido en el pasaje. Así se hacía el cruce hasta Encarnación, donde combinaba con otro tren que se dirigía a Asunción.
Su construcción combinó solidez y excelente terminación, casi artesanal, donde la preeminencia del acero no desdeñaba otros metales ni la combinación de la madera en algunos sectores. El encargado de sus construcciones fue el astillero A. & J. Inglis Ltd. de los hermanos John y Anthony Inglis.
El “Exequiel Ramos Mejía” y el “Roque Sáenz Peña” eran de menores dimensiones que los ya existentes en Argentina. Las estructuras metálicas y su casco estaban unidas por medio de remaches, este sistema fue empleado previo a la aparición de la soldadura eléctrica. En su cubierta de dos vías podían entrar seis coches de pasajeros o diez vagones de carga.
Operaban con una tripulación de 21 personas; capitán, baqueano, timonel, contramaestre, jefe de máquinas, un primer maquinista, dos cabos maquinistas, seis marineros, cuatro foguistas, un cocinero, un mozo y, en puerto, un sereno.
Los ferrobarcos, en general, por su bajo centro de gravedad y su amplia cupla de adrizamiento, eran considerados como “muy marítimos”.
Adiós al Ferry
En la noche del viernes 11 de mayo de 1990, un nutrido grupo de posadeños se dio cita en la sala ubicada en 3 de Febrero y Córdoba, para participar de un Cabildo Abierto a fin de decidir el destino de los Ferryboats “Presidente Roque Saenz Peña” y “Exequiel Ramos Mejía”.
El 8 de marzo de 1990 el ferry “Roque Saenz Peña” realizaba el último cruce uniendo Posadas con Encarnación y fue el comienzo de un derrotero por conocer cuál iba a ser su destino. Los vecinos reunidos en aquel Cabildo coincidían en que debían ser conservados, ya que en la reunión Sixto Ramón Colazo, jefe del Departamento Fluvial de la Línea Gral. Urquiza de Ferrocarriles Argentinos, expuso que “a partir del 20 del corriente mes se iniciarían las gestiones en Capital Federal para el llamado a licitación de los Ferrobarcos”, especificando que hay varias empresas interesadas.
En el desarrollo de la asamblea el arquitecto Roberto Jorge Samuel Jack, director de Relevamiento del Patrimonio Histórico Cultural, Arquitectónico y Urbano de Posadas, en una clara, concisa y bien fundamentada exposición, se refirió “Al Ferrocarril y a Los Ferrobarcos”, análisis, diagnóstico y propuestas, concluyendo en la creación de un Bi-museo.
Otras propuestas escuchadas en la oportunidad expresaban que uno de los ferrys podría servir como buque escuela al Liceo Naval Almirante Storni; otra fijaba posición en que ambos debían ser mantenidos para ser utilizados como buques de carga en el tramo Puerto Mineral-Posadas, cambiándoles el sistema de combustión, lo cual serviría para mantener la fuente de trabajo que hasta el momento constituían.
El Cabildo Abierto cerró acordando la conformación de una comisión para continuar las gestiones referentes a la declaración de interés provincial y para el esclarecimiento de la población sobre la urgencia de actuar con respecto al tema, al fin de lograr conservarlos.
Siempre presentes para prestar ayuda
Exequiel Ramos Mejía y Presidente Roque Sáenz Peña, a lo largo de la historia, fueron partícipes de varios hechos de la región, como sus actuaciones durante el ciclón que azotó Encarnación en 1926, usados como hospital flotante y para trasladar heridos al hospital de Posadas.
También tuvieron actividad clave durante la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935), intensificando el tránsito con cargas de alimento, medicina e incluso armamento. En 1966, en una gran crecida del Paraná fueron usadas para evacuar a la población ribereña y en 1983 el Ramos Mejía fue desplazado hasta Formosa y Rosario para cumplir el mismo servicio.
En 1976 el Ezequiel Ramos Mejía realizó un viaje a San Ignacio, y en 1986 tomaron parte en la película “Los Mensú” con Pablo Alarcón, Claudio García Satur y María Demar, elenco al que se sumaron actores locales.
El 8 de marzo de 1990, cuando se inauguró el Puente San Roque González de Santa Cruz, dejaron de prestar servicio. Durante los años 1993 y 1994 sus calderas fueron usadas para incinerar droga incautada e incluso billetes falsos.
Ambos prestaron servicio durante 77 años. Merecen ser reconocidos.
“Queremos otro final”
Desde la Fundación Ferroclub del Nordeste Argentino (FCNEA) entienden que. “Podrán ser fierros oxidados, material descartable, no prioritario en cuestión de inversión del Estado, dinero mal gastado de los contribuyentes, carne de soplete, chatarra…
Pero ellos sirvieron a su propósito y un poco más. Se llenaron papeles y fueron objeto de muchos discursos. Ante el sentimiento popular que generan estos colosos del Paraná y previendo el movimiento que puedan suscitar se decidió, no sabemos quién, hacerlos desaparecer del foco visible de la sociedad posadeña. Y llevarlos lejos, con la excusa pomposa del nuevo puerto, para hacerlos invisibles a los ojos de las personas quienes envuelto en propios problemas terminarán por olvidarlos.
La economía y los desacuerdos les volvieron a dar la espalda; y nuevamente su amante fiel le susurra al oído y los convence que el único que no los abandona es él, atrayéndoles lentamente en su abrazo.
Pero su historia marcó a fuego a muchas personas y su legado ligado a ellas siempre hizo que el olvido no exista. Y lo hacen visitarlos tal cual pariente lejano. Y allí están, medios hundidos nuevamente, escorado por babor uno, el otro diciendo ‘no me dejes solo’ y aferrándolo fuertemente con un cable de acero.
Los reclamos, los ‘ya sabemos’, la economía… La insistencia y la conciencia de que a la historia no se la pueden dejar a las buenas del río hicieron que volvieran a echar las aguas de su interior. Orgullosos ellos volvieron a levantar su perfil.
Orgullosos pero debilitados, el tiempo y el agua hicieron mella en sus cascos.
En su abrazo eterno el río los reclama, esperando cobijarlos en su fondo, y ellos resisten, esperan. Más allá de los vaivenes económicos que hacen dilatar la toma de decisiones, no podemos excusarnos en la coyuntura.
Tenemos un compromiso con la historia, las autoridades, el pueblo, todos. Y debemos honrar ese compromiso.Los ferrys ‘Barco Mixto Exequiel Ramos Mejía’ y el ‘Barco Motor Presidente Roque Saenz Peña’, siguen esperando”.