¿Alguna vez has dejado para después algo que era conveniente hacer en el momento? ¿Has dejado para mañana lo que podrías haber hecho hoy? ¿Has pospuesto el momento de iniciar ese trabajo o informe que tienes que hacer?
Todas esas conductas corresponden a estrategias de procrastinación. Es algo intrínseco del ser humano y que, sin embargo, nos imposibilita a la hora de hacer trabajos importantes y, lo que es peor, provoca que nos sintamos mal con nosotros mismos.
¿Qué es la procrastinación?
La procrastinación es un conjunto de conductas que consisten en aplazar las tareas o asuntos pendientes, a pesar de saber que hay que realizarlas y que la tardanza en realizarlas puede tener consecuencias negativas.
Este tipo de comportamiento se relacionan con características como el perfeccionismo, ansiedad, baja autoestima, bajo autocontrol y desconfianza en sí mismo.
La procrastinación se entiende como una evidencia del miedo al fracaso, que motiva a la persona a posponer el momento de realizar las tareas por el malestar que le supone la posibilidad de fallar o no llegar a las exigencias establecidas.
En 2005, un estudio de la Universidad de Columbia y la Universidad de McGill descubrió algo interesante: hay distintos tipos de procrastinadores.
Los pasivos coinciden con nuestra comprensión tradicional de la procrastinación: están paralizados por la indecisión, no pueden comenzar y lo hacen mal.
Los activos, sin embargo, toman la decisión deliberada de posponer el trabajo hasta el último minuto para maximizar la motivación o el rendimiento.
¿Qué consecuencias tiene procrastinar?
A corto plazo, la procrastinación puede parecer el remedio perfecto para evadir el miedo al fracaso que supone afrontar la situación en cuestión. Sin embargo, a largo plazo, las consecuencias pueden llegar a ser bastante importantes e, incluso, interferir en la vida diaria de la persona.
Algunas de las consecuencias son:
- Aumento del estrés por la acumulación del trabajo. Además, disminuye el tiempo disponible para dedicarle a cada tarea.
- Disminución de la autoeficacia. La persona percibe que no es capaz de afrontar la tarea o que la calidad de su desempeño no es la adecuada o la que podría llegar a ser.
- Sentimiento de culpa por dejarlo para más tarde.
- Sensación de pérdida de tiempo.
Consejos para reducir la procrastinación
En ocasiones, la conducta de procrastinar se convierte en un hábito en la vida de la persona. No obstante, existen estrategias que ayudan a la persona a disminuir la frecuencia de este fenómeno. Los psicólogos proponen las siguientes:
Organización del tiempo
Clarificar las tareas pendientes y priorizarlas para, así, poder organizar el tiempo que se le va a dedicar a cada una. Ponerle fecha y hora mediante un calendario o planning puede facilitar la realización de la
tarea.
La regla de dos minutos
Si existe algo que puedas hacer en los próximos dos, cinco o diez minutos, es preferible que lo hagas en lugar de planificarlo. Esto se debe a que se tarda más en planificar que en realizarlo y, además, disminuimos la cantidad de pequeñas tareas pendientes.
Disminuir distracciones
Durante el tiempo que estemos realizando las tareas, disminuir la posibilidad de distracciones. Esto significa no tener el celular a mano, tener la televisión apagada, cuidar las condiciones ambientales para poder desempañar la tarea cómodamente, etc.
Evitar la perfección
El objetivo final es realizar las tareas pendientes, no hacerlas perfectas. Ese nivel de autoexigencia aumenta el estrés y dificulta que la persona finalice la tarea, ya que siempre identifica algo por mejorar o, bien, desiste en el intento porque se ve incapaz de hacerlo.
Respetar el descanso
Si el agotamiento aparece, es preferible pausar la tarea y descansar. Insistir en esos momentos no resulta útil y fomenta el estrés.
Recompensas
Establecer recompensas por las tareas realizadas, aumenta la motivación por las mismas.
Cambia “tengo que” por “quiero”
Es sutil, pero funciona. Prueba a cambiar ese terrible “tengo que hacer esto” por “quiero hacerlo”. En el momento en que cambiamos esa tarea tediosa e inminente a algo que nos ayudará a subir de nivel, cambia nuestra perspectiva. “Tengo que limpiar este asqueroso freezer”, se convierte en “quiero hacer espacio para un nuevo pote de helado”, y suena bastante mejor, la verdad.
No busques la perfección, solo la grandeza
En realidad, los perfeccionistas no buscan la perfección, más bien se centran en evitar el fracaso. Adoptan una mentalidad de todo o nada: si no soy perfecto, soy un fracaso total. Si no soy un ganador, soy un perdedor. Creen que sus calificaciones, evaluaciones, clasificaciones u otras medidas determinan su valor como persona, pero esto es una falacia.
Cambia tu estado de ánimo
La procrastinación puede ofrecer un alivio del estado de ánimo a corto plazo, pero nos cuesta prolongar la culpa y el estrés. En cambio, paradójicamente, lo que probablemente nos hará sentir mejor es hacer la
misma tarea que estamos evitando.
Conviértelo en un hábito
Si cada una de estas estrategias se convierten en un hábito y rutina, sustituirán al hábito de procrastinar.
Fuentes: El Confidencial y Psicólogos Málaga