La pequeña y modesta flor “nomeolvides” tiene cinco pétalos y su centro pareciera un pentagrama resplandeciente de colores blanco y amarillo. Generalmente es azul claro o blanca y crece en grupos, dado que sus semillitas son dispersadas por el viento en los terrenos grandes.
Dice una leyenda de origen europeo que un joven se ahogó en un río después de haber cortado esa flor para su enamorada. Y como sus últimas palabras fueron “no me olvides”, la flor es símbolo del amor desesperado.
Otra leyenda cuenta que esta bella flor nació así: cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores, no obstante una pequeña florcilla le suplicaba: ¡No me olvides! ¡No me olvides! Como su voz era tan fina, Dios no alcanzaba a oírla. Una vez que el creador finalizó toda su obra, pudo percatarse de esa pequeña flor, pero todos los nombres estaban dados, así que le dijo: “No tengo nombre para ti, pero te llamarás ‘no me olvides’. Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre”.
Además le dijo que serviría para acompañar a los muertos y para consolar a los vivos.
Lo cierto es que esta flor tiene muchas historias detrás. Por ejemplo, durante la persecución de la francmasonería por el régimen nazi, los masones continuaron reuniéndose y celebrando sus rituales en secreto. Como la escuadra y el compás no eran un buen símbolo para usar en aquel entonces, eligieron la pequeña flor azul nomeolvides (Blue Forget Me Not) como emblema masónico para poder reconocerse entre ellos.
Cómo cultivarla
No necesita un tipo de suelo en particular, hasta entre las piedras crece, pero nunca está de más el material orgánico para hacer lucir a esta bella especie.
En casas de ventas de semillas pueden conseguirse y ponerlas a germinar en bandejas de 72 celdas, con un buen sustrato (humus, mantillo, etc).
Se recomienda trasplantarlas a los treinta días.
Efecto benéfico
Algunos estudiosos de las Flores de Bach utilizan la nomeolvides como remedio natural para calmar la impaciencia.