La siesta es una tradición hispánica que, por el ajetreo y las transformaciones de la vida moderna, cada vez menos personas practican de forma habitual, a pesar de sus beneficios.
Aunque hasta no hace demasiado tiempo la siesta estaba “mal vista” en muchos lugares, como una costumbre de “haraganes”, hoy la mayoría de los expertos la consideran muy beneficiosa y por lo tanto entienden como “perjudicial” para la salud que se vaya perdiendo este momento de descanso a lo largo del día.
Según explica el médico y conocido divulgador Mario Alonso Puig, fellow en cirugía por la Universidad de Harvard, “a diferencia de lo que la gente piensa, la siesta no es de vagos ni de holgazanes, sino de las personas que quieren tener una buena salud y cuidarse”.
Muchos estudios avalan los beneficios de hacer la siesta tanto para el corazón como para la memoria y el desarrollo cognitivo.
Así, un reciente estudio publicado en la revista Journal of Sleep Research concluye que “el rendimiento de la memoria mejoró significativamente después de la siesta en comparación con la vigilia”.
Además, vieron que, para que sea eficaz, “incluso un período ultracorto de sueño es suficiente para mejorar el procesamiento de la memoria”.
Esto es así porque “el mero inicio del sueño puede iniciar procesos activos de consolidación que, una vez desencadenados, siguen siendo efectivos incluso si el sueño finaliza poco después”.
Los beneficios de la siesta
Tal y como recoge la Fundación Española del Corazón, dormir la siesta tiene muchos beneficios para la salud, entre otros previene las cardiopatías.
Según los expertos, “la siesta ayuda a disminuir en un 37% el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”.
¿Por qué? Porque la falta de sueño, entre otras cosas, “incrementa el cortisol, y un exceso de esta hormona aumenta la intolerancia a la glucosa y a la grasa, debilita el sistema muscular e inmunológico y disminuye los niveles de la hormona del crecimiento, lo que puede provocar diabetes y enfermedades cardiovasculares”.
Pero no sólo esto, sino que también reduce la tensión arterial, aumenta la concentración y mejora el estado de ánimo.
Cómo es la siesta perfecta
Como señala Alonso Puig, la siesta “nos ayuda a recuperarnos del desgaste acumulado” y para conseguir este objetivo esta “debe ser corta”. Esto “sirve para activar el sistema parasimpático y que podamos seguir avanzando y trabajando”.
Expertos de la NASA, informa el experto, “declararon un tiempo ideal de siesta de 14,4 minutos”, por tanto, desde su punto de vista lo ideal son “siestas de 20 minutos, que es el tiempo justo para descansar”.
Hay que tener cuidado de “no pasarnos de este tiempo porque puede alterar el patrón normal de sueño y tener problemas con el sueño nocturno”.
En cuanto a la hora más adecuada para echarnos la siesta, lo recomendable es hacerlo “entre las 12 y las 16 de la tarde” y, a poder ser, escogiendo un lugar cómodo para hacerlo.
Desde la Fundación Española del Corazón recomiendan que “es básico encontrar un lugar cómodo, con una temperatura agradable, un ambiente tranquilo, con escaso ruido y poca luz”.
Fuente: CuídatePlus