Cuando tenemos una emoción feliz, generalmente lo expresamos, manifestamos alegría, risas y hasta gritos de felicidad.
Sin embargo, cuando las emociones que sentimos son de culpa, ira, enojo, miedo, muchas veces, no lo expresamos, y quedan atrapadas en nuestro interior haciéndonos mucho daño.
Enfermamos porque esas emociones reprimidas gritan por salir de su encierro y si no las “transitamos”, continuarán en nuestro interior impidiéndonos que seamos verdaderamente felices.
¿Cómo hacemos para transitar nuestra emoción? Lo primero es observar sin juzgarnos para darnos cuenta lo que estamos sintiendo, solo tomar conciencia que esa emoción vive dentro nuestro.
Luego que la hemos detectado, lo siguiente es darnos el permiso de sentirla, cerrar los ojos, respirar y solos en ese momento, dejar salir esa emoción atrapada.
Podemos escribir todo lo que estamos sintiendo para ponerle palabras a las emociones y así sacarlas de nuestro plano interno y pasarlas a un plano externo donde podamos observarla sin juicios y con amor.
Luego podemos hacernos preguntas para ver de qué otra forma podemos interpretar lo que hoy nos genera esta emoción.
Nosotros sufrimos por la interpretación que le damos a un hecho concreto, ¿de qué otra forma podríamos interpretarlo?
Transitar la emoción es ver nuestras sombras y abrazarnos por tener el valor de mirarlas. Transitar la emoción es tenernos paciencia para buscar en nuestro interior aunque al principio solo veamos una sola versión de lo que nos pasa. Transitar la emoción es decidir tener paz en el corazón por sobre todas las cosas.
Transitar la emoción es dar lugar a la compasión y al perdón. Transitar la emoción es tomarla de la mano y sin soltarla, recorrer con ella nuestro interior, permitiéndole manifestarse sin juzgarnos por eso y entender que cada uno de nosotros tiene el poder de elegir qué historia nos contamos.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
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