La producción de miel de este año muestra una recuperación en comparación con el 2023, un período complicado para los apicultores. Según Reichert, la cosecha del año pasado se vio afectada por las lluvias intensas y prolongadas que ocurrieron en los meses de noviembre y diciembre.
Estas precipitaciones, en lugar de beneficiar a las colmenas, afectaron negativamente al ciclo natural de las abejas. “El año pasado, durante noviembre y diciembre, que es donde normalmente se hace la cosecha, hubo lluvias durante dos meses y medio. Lavó todo el néctar, no hubo producción, absolutamente nada”, señaló el productor apícola de la ciudad de Eldorado, Rubén Reichert, en diálogo con Eco&Agro.
En condiciones normales, noviembre y diciembre son los meses en que los productores de la región suelen realizar la primera cosecha del año, aprovechando las floraciones que rodean a las colmenas. Sin embargo, en 2023, las constantes lluvias redujeron drásticamente la disponibilidad de néctar, generando pérdidas importantes en la producción de miel.
Como resultado de estas adversidades, Reichert contó que apenas obtuvo 120 kilos de miel de sus 80 colmenas, una cantidad que considera muy baja, ya que normalmente se espera sacar de cinco a seis cajas por temporada.
“El eucalipto no floreció, y lo que es otra floración, floreció pausadamente y no dio nada tampoco”, indicó Reichert. Estos factores climáticos adversos, unidos a las lluvias, ocasionaron un año de cosecha muy por debajo de las expectativas, afectando la rentabilidad de muchos apicultores.
Mejores Perspectivas
A diferencia del 2023, las condiciones climáticas de este año han sido mucho más favorables para la apicultura en Eldorado. “Este año está habiendo linda producción. Todavía no hice extracción de miel, estoy esperando a que se llenen bien las cajas, pero está yendo muy lindo”, expresó Reichert, quien espera realizar su primera extracción en los próximos días.
La pausa en las lluvias durante los meses clave de producción ha contribuido a que las flores tengan una mayor duración en las plantas, lo cual beneficia la recolección de néctar por parte de las abejas. Este año, explica Reichert, la humedad favoreció la producción de néctar, generando un ambiente óptimo para la actividad de las colmenas.
Si las condiciones se mantienen estables y no se presentan lluvias excesivas en las próximas semanas, el apicultor espera obtener una cosecha considerablemente mayor en comparación con la del año pasado.
Proceso de Extracción
Reichert describió el proceso de extracción de la miel, enfatizando la importancia de esperar a que las colmenas estén en su punto óptimo antes de iniciar la cosecha. En su caso, prefiere que las abejas llenen completamente las cajas para garantizar una miel de buena calidad. “Hay algunos que ya están sacando, yo le dejo llenar bien, para que se madure la miel adentro y que tenga buen sabor”, explicó el apicultor.
La práctica de dejar que las abejas completen el proceso de maduración es esencial para obtener miel de calidad. La “miel madura”, como la denomina Reichert, es aquella en la que las abejas han eliminado la mayor parte de la humedad, mejorando tanto el sabor como la textura del producto final. Esto se evidencia cuando las celdas de la colmena están “perculizadas”, es decir, selladas con una tapa natural que las abejas colocan sobre cada celda llena de miel. Reichert subraya la importancia de este paso, ya que la miel que no está completamente madura contiene más humedad y, por tanto, un sabor menos desarrollado.
La actividad en la región está marcada por dos temporadas principales de cosecha: la de primavera-verano, que se realiza entre noviembre y diciembre, y una segunda cosecha en marzo. En este ciclo de producción, los apicultores como Reichert deben adaptarse a las variaciones en la floración de las plantas de su entorno, ya que cada floración influye en la cantidad y calidad de miel que se puede obtener.
Durante la primavera y el verano, se observa una caída en la disponibilidad de floración en ciertos períodos, pero esta retoma su actividad en febrero, extendiéndose hasta marzo para la segunda cosecha. Reichert explicó que este último ciclo es vital, ya que permite a los apicultores aumentar sus rendimientos anuales. Sin embargo, también advierte sobre la importancia de dejar suficiente miel en las colmenas para el sustento de las abejas durante los meses de invierno, cuando la producción de néctar disminuye.
Según el eldoradense, uno de los errores comunes en la apicultura es extraer toda la miel de las colmenas, lo que obliga a los productores a alimentar a las abejas con azúcar, una medida que puede impactar negativamente en la salud de los insectos.

Perspectivas
Si bien la producción de miel de este año ha mostrado una recuperación significativa en comparación con el 2023, Reichert es consciente de que la cosecha total dependerá de cómo evolucionen las condiciones climáticas en los próximos meses. “En marzo recién sabremos, en números reales, cuánto se cosechó, porque es muy variado según el clima”, señala. A pesar del optimismo, el apicultor reconoce que factores impredecibles, como lluvias intensas de última hora, podrían reducir nuevamente los rendimientos.
En una situación ideal, Reichert estima que podría alcanzar los cuatro mil kilos de miel con sus 80 colmenas si las condiciones climáticas se mantienen favorables y las floraciones continúan en buen ritmo. Sin embargo, subraya que la apicultura es una actividad sujeta a la “lotería” del clima, en la que las variaciones meteorológicas pueden transformar una buena cosecha en una pérdida significativa en cuestión de días.